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Néctar de amor: la historia de la eyaculación femenina

By Sarah Moses on 9 octubre, 201317 febrero, 2022

“La inundación de agua de la pasión”. Sobre la eyaculación femenina han escrito eruditos, médicos y poetas desde hace más de 2000 años, incluso cuando es objeto de controversia en la actualidad.

Hoy en día, la mayoría de los expertos están de acuerdo en que el punto G es en realidad la próstata femenina y el origen de la eyaculación femenina.

La eyaculación femenina (que tiene lugar cuando sale líquido disparado de la mujer durante el orgasmo) ha sido descrita desde la remota antigüedad tanto en culturas occidentales como orientales, según los autores de un análisis científico publicado en el Diario de Medicina Sexual. Pero en los últimos tiempos este tema se ha visto envuelto en un halo de confusión.

Esta confusión no se refiere a si una mujer libera o no fluidos durante el sexo (cualquier mujer puede afirmar que sí y, además, hay pruebas científicas), sino que tiene que ver con lo que son esos fluidos, de dónde vienen y en qué momento durante el proceso de excitación hasta el orgasmo son liberados.

Orgasmos a chorro frente a eyaculación

Además de la lubricación vaginal, que tiene lugar cuando la vagina se humedece a medida que se excita, se cree que se liberan dos tipos de fluidos durante el orgasmo, según investigaciones realizadas.

Está la eyaculación femenina, que proviene de la próstata femenina o punto G, llamado así por el ginecólogo alemán Ernest Grafenberg. En un famoso artículo publicado en 1940, describió el fluido blanco y lechoso que se produce durante el orgasmo e incluso escribió que, a veces, “se tiene que poner una toalla grande debajo de la mujer para evitar que se manchen las sábanas de la cama”.

La eyaculación femenina no es lo mismo que los orgasmos a chorro, que en realidad es la liberación de orina que ha sido transformada y diluida tal y como han demostrado los estudios.

Kama Sutra

Mucho antes de que el debate sobre cuáles son los fluidos que una mujer produce durante el orgasmo, la civilizaciones de la antigüedad ya describían la eyaculación femenina.

El texto indio más conocido sobre sexualidad es el Kama Sutra. Escrito por el sabio Mallanaga Vatsyayana entre los años 200 y 400 DC, abarca todo desde el amor, a las relaciones y al sexo. A pesar de que los historiadores no se ponen de acuerdo sobre si menciona la eyaculación femenina o no, sí que habla sobre el “semen femenino” que se libera durante el acto sexual y lo equipara con el del hombre que solo es liberado al final. También señala que hay un fluido que se produce durante el orgasmo femenino, que podría significar lubricación vaginal y eyaculación femenina respectivamente, afirman los autores de la investigación.

No fue hasta que un poema del s.VII que decía: “el néctar del amor salió en abundancia” que la eyaculación femenina fue definitivamente descrita en la antigua India. Después de él, muchos textos antiguos indios hablaron sobre la eyaculación femenina, incluyendo uno del s. XVI que la describía nada más y nada menos que como “una inundación de agua de la pasión”

La cámara de jade

También en la antigua China se conocía la eyaculación femenina. En el texto del s. IV misteriosamente titulado “Los Secretos de la Cámara de Jade”, los médicos chinos describen “los cinco signos” de la excitación sexual femenina. Comienzan con la “cara enrojecida” y terminan con “con la emisión de líquido de los genitales”, una clara referencia a la eyaculación femenina, según la interpretación de los investigadores.

Alrededor del año 600 DC, otro texto titulado “Los Métodos Secretos la Muchacha Sencilla”, no dejaba lugar a dudas sobre el tipo de fluidos que la “cámara de jade” de una mujer producía.  El autor escribió “la puerta de jade se humedece y se hace resbaladiza; entonces el hombre debe sumergirse en ella profundamente. Finalmente, las fuertes emanaciones de su “corazón interior” llegan a salir fuera.”

Esperma femenino

En Occidente, los griegos de la antigüedad escribieron sobre el semen femenino alrededor del año 500 AC. Para ellos era una parte fundamental del proceso de reproducción y no lo asociaban al orgasmo y placer femeninos. Aproximadamente 100 años después, fue Aristóteles el primero que habló del fluido que salía del útero de una mujer durante el disfrute sexual.

Más tarde llegó Galeno que vivió del 129 al 200 DC y que dijo haber encontrado la prueba de que las mujeres producían esperma. Galeno estaba a favor de la igualdad entre la sexualidad masculina y femenina y argumentaba que las mujeres necesitaban llegar al orgasmo tanto como los hombres, una creencia que perduró más de 1000 años, según los autores del análisis.

No fue hasta mediados del s. XVI, a través de la observación científica de un ginecólogo holandés, de Graaf, que se comprendió mejor la eyaculación femenina. De Graaf fue el primero en dar descripciones detalladas de la próstata femenina y de la eyaculación y el placer que la misma producía.