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Observador Sexual: La familia, clave para salir del clóset en China

“Crecer como un hombre gay en China no es nada fácil”, le comenta el activista chino Ah Qian a nuestro bloguero Antón Castellanos Usigli. No obstante él encontró una forma de ser feliz.

A propósito de la reciente semana del Orgullo Gay de Amsterdam-2014, Antón recogió testimonios e historias de jóvenes activistas de diversas regiones del mundo.

En 1998, cuando tenía 21 años, Ah Qiang se preguntaba dónde podía encontrar a gente como él. Un día, navegando por Internet leyó que en China había 15 millones de personas gays, y se sintió liberado. Después se mudó a una ciudad más grande, Guangzhou, con la intención de encontrar a más personas como él.

Ah Qiang recuerda con gran precisión la primera vez que entró a un bar gay. Fue en el 2001. Eran las 7 pm, entró y no vio a nadie. El mesero le dijo que regresara más tarde porque era muy temprano, así que regresó a las 9 pm sólo para ver a muy poquita gente. El mesero le volvió a decir que regresara más tarde, pero Ah Qiang prefirió irse a dormir. Un año después, por fin pudo ir a un bar gay que estuviera lleno.

Su carrera como activista comenzó en el año 2000 cuando empezó a escribir algunos artículos sobre la comunidad LGBT. Después estuvo como voluntario en una línea de atención telefónica una vez a la semana, donde escuchó historias de jóvenes LGBT que se sentían aislados y rechazados por sus familias.

Arrepentido de no contarlo a tiempo
En esos días, Ah Qiang empezó a sentirse presionado por su mamá, quien le preguntaba constantemente cuándo se casaría. Él planeaba decirle que era gay al cumplir los 30 años, pero ella murió súbitamente debido a  un cáncer. Murió sin saber que su hijo era gay.

Esto marcó profundamente la vida de Ah Qiang, quien no quiso experimentar el mismo arrepentimiento con su papá y decidió contárselo, dos años después de la muerte de su mamá: “Creo que hablamos por más de una hora. No dijo nada, sólo preguntó: Cuando seas viejo, ¿quién va a cuidar de ti? En ese momento mi papá pensaba que las personas gays no se casan ni tienen niños”. Lo más lindo luego de habérselo dicho, me contó Ah Qian, es que su papá le terminó cocinando una cena como gesto de aceptación.

Amigos de los gays
Hoy en día, Ah Qiang ha salido del clóset con muchas personas más, no sólo con familiares, sino con compañeros de escuela y amigos. Motivado por el deseo de ayudar a otros jóvenes LGBT a compartir sus vidas con la gente que aman, en 2008 fundó PFLAG (Parientes, Familiares y Amigos de Lesbianas y Gays) en China.

En China, la aceptación familiar de los adolescentes LGBT es algo complicado. Desde los ochentas, el país sólo permite que las parejas tengan un hijo, y los padres tienen la ilusión de convertirse en abuelos. La presión es tan grande que algunas personas gays se terminan casando con alguien del sexo contrario para complacer a sus padres. “Mucha gente gay en China podrá vivir mintiendo toda su vida, pero yo no quiero que pierdan la oportunidad de compartir quiénes son con la gente que aman, tal como me pasó a mí”, comenta.

El desarrollo de PFLAG en China ha tomado tiempo. En 2009, tuvo lugar su primera reunión anual y sólo llegaron 6 personas. El año pasado, se reunieron 300 personas, de las cuales el 50% eran padres. Y la asistencia sigue en aumento. Hoy en día PFLAG China está presente en 12 ciudades.

Historias que marcan
A través de los años, Ah Qiang ha atendido muchas historias familiares, algunas muy trágicas. En 2010, por ejemplo, recibió la carta de una mamá que le contó que su hijo se había suicidado después de haber pasado 4 años en una institución psiquiátrica. Sus padres lo llevaron ahí con la esperanza de que su orientación sexual cambiara, pero se enfermó mentalmente y decidió acabar con su vida. Al leer su carta, Ah Qiang pensó que si hubiera podido contactarse con él o con su familia antes, tal vez hoy estaría vivo.

Ah Qiang también ha sido testigo de historias de gran aceptación, como el caso de una mamá de una área muy rural que trató de convencer a los padres del novio de su hijo, que ellos eran una buena familia. Como la gente gay en China no se puede casar, esta misma mamá también escribió un contrato en el que formalizó la relación entre su hijo y su novio. El contrato decía que si uno de los dos falleciera, el otro heredaría su propiedad. “Sin ningún tipo de educación formal, esta mujer apoyó a su hijo muchísimo, y a la fecha viven ya 3 años juntos como pareja”.

Aún mucho por hacer
PFLAG China va a continuar creciendo si el activismo en general avanza, dice Ah Qiang. “El problema es que el Gobierno piensa que si hay más apoyo a gente gay, más hombres se van a volver gays”, señaló Ah Qiang.

Cuando le pregunté si tiene una pareja, Ah Qiang me dijo que sí. Inmediatamente le pregunté si su padre lo conoce y me comentó que no, todavía, pero que sí han hablado, y que le gustaría, algún día, llevar a su padre a la casa para que se conozcan en persona.

En efecto, la lucha por la aceptación familiar en China que Ah Qiang comenzó tiene mucho por delante.

Puedes también contactarte con Antón Castellanos Usigli en su blog Sexual Observer y en Twitter 

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