Ilustración_ciclo menstrual_música — © Hablemos de Sexo y Amor 2022

Sobre cómo Juan Luis Guerra ajustó mis hormonas

By Idana Rodas on 22 abril, 20146 julio, 2022

A veces tenemos que echar mano de cualquier estrategia para cumplir con la toma correcta de las pastillas anticonceptivas… A mi me funcionó la música

Me han dicho que el venezolano es así, otros me comentan que puede ser algo de familia y también está la otra corriente que piensa que es una decisión únicamente mía. Pero bueno, sea de quien sea la culpa, lo admito: mi mejor tarjeta de presentación nunca ha sido la puntualidad.

Resulta que esa impuntualidad es algo tan fuerte que parece venir como un archivo adjunto y multiplicado por cuantas células forman este cuerpo de un metro sesenta de alto. ¿Por qué digo eso? Aquí les va un ejemplo: el día que me vino por primera la menstruación y todo lo que ha traído como consecuencias desde entonces.

Me desarrollé a los 11 años. Muchos dicen que es la edad promedio, pero para mí fue impuntualísima la forma de adelantarle a una niña los encontronazos hormonales y cambios repentinos del humor. A ella, la menstruación, no sólo se le ocurrió adelantarse a mis planes, cada mes repetía el patrón de conducta: se me adelantaba, se atrasaba, en otras ocasiones era rápida como una visita de médico, y en otras le daba por quedarse más tiempo de la cuenta como esas visitas de amigos que llegan justo cuando estás a punto de darte un buen baño de burbujas con sales y a la luz de las velas.

En fin, todo este cuadro me llevó a mi puntual primera cita con mi ginecóloga. Puntual porque había sido mi mamá quien tomó las riendas del asunto, de otra forma, ya saben qué hubiese pasado. Luego del susto, las explicaciones y las recomendaciones, mi médica me recomendó unas pastillas. No me explicó mucho qué eran o qué hacían, sólo supe que me las tenía que tomar todos los días a la misma hora.

Si mi impuntualidad se fundamenta principalmente en mi despiste, ¿cómo hago yo eso? Para esos días andaba pegada a una canción de Juan Luis Guerra y su 4:40. Ese hombre no ha inspirado sólo amor sino que a mí me ayudó a hacer agenda con sus ganas de ser un pez y pegar su nariz en la pecera de no sé quién. Solucionado entonces, todos los días,

Religiosamente, a las 4:40 me estaba tomando mi pastilla.

Cuando mi mamá me las compró me parecieron de lo más coquetas, porque venían en un blíster circular y eran pequeñitas. Obviamente, las mostraba entre mis amigas como algo que me hacía “adulta” (aunque literalmente era así), que me distinguía del grupo, aunque ellas tampoco supieran muy bien para que servían.

Haciendo una pausa en esta historia solo me vienen dos cosas a la cabeza: la primera es que la inocencia es un estado en extinción y la segunda… ¡No lo puedo creer! Hay rasgos de puntualidad en mí en esa toma diaria y a la misma hora de mis pastillas desde los 11 años hasta hoy.

Así, cuando me inicié sexualmente ya tenía adelantada una parte. Sin embargo, sentí que hacía falta algo y propuse el uso del condón. Por suerte, no hubo dudas en usarlo, ojalá este tipo de negociaciones se diera siempre así de fácil. Aunque ya usaba un anticonceptivo, era solo hormonal y una forma de disfrutar más mis relaciones sexuales era sintiéndome totalmente segura para que cada encuentro no se me convirtiera algo muy complicado. Para mí desde ese momento solo existe una mejor combinación que las hamburguesas con las papas fritas y es la de mis pastillas hormonales acompañadas del condón.

En este momento, 4:40 de la tarde, les digo que además de recordar el “Ohlololoi” de Juan Luis debo irme a tomar mi pastilla y decirles que, en ocasiones, las cosas se pueden dar de manera fortuita pero que no hay nada como decidirlas y mantenerlas en el tiempo.