Sexo tántrico… ¿en grupo?
El tantra va más allá del sexo: es una filosofía de vida. ¿Estarías dispuesto a practicarlo…en grupo? Aquí te contamos algunos detalles, pero de seguro tendrás que probarlo para convencerte.
En San José, una pequeña ciudad de América Latina, un gurú del sexo y el yoga reúne grupos frugales que se encuentran a una misma hora cada semana para practicar sexo grupal.
No es un centro de intercambio de parejas (aunque también) o de sexo a la libre (aunque también), sino una comunidad de gente que quiere experimentar un tipo de sexualidad a la que no estamos acostumbrados: una en la que la ropa no cae al suelo, la penetración nunca sucede y los elementos que no se ven son los más importantes.
Aquí, la espiritualidad, estar en el momento presente y respirar sustituyen a la penetración, las felaciones y cualquier otro tipo de práctica común.
Mis amigos que lo han practicado (yo no lo he hecho) cuentan experiencias distintas, algunas más sensoriales que otras.
Experiencias tántricas
Para Gloriana, quien además escribió un artículo sobre la experiencia en un periódico costarricense, su experiencia fue un tanto dramática al principio y muy placentera al final.
En su artículo, la periodista cuenta que una persona se acuesta en la colchoneta y su pareja (que va rotando) se va acercando lentamente, haciéndole presión en ciertas zonas del cuerpo, con excepción de los genitales.
Es quien está abajo quien tiene el control. El de arriba se detiene cuando la persona de abajo grita “¡Breema!” que es una parte de la liberación del éxtasis.
Las sesiones transcurren entre conocidos, novios y amigos pero principalmente personas que se conocieron allí mismo y que han comenzado a confiar en los otros.
Para Ovidio, un amigo que prefirió que cambiara su nombre para este artículo, fue una absoluta tortura pero asistió un par de veces porque lo inundaba la curiosidad porque su novia terminó por convencerlo. Después de unos meses se pregunta sin ningún tapujo “¿qué sentido tiene si al final no la puedes meter?”.
La respuesta es simple: sexo, para la filosofía tántrica, es mucho más que sexo entendido como coito y eyaculación. Y no me refiero al juego previo o a las caricias que te llevan a una explosión final, sino a una explosión en cada una de esas caricias sin pensar en qué sigue o qué viene más tarde.
Esto se logra por medio de la respiración y posturas que en ningún momento están pensadas para que los genitales entren en contacto íntimo sino todo lo contrario: una persona se recuesta sobre la otra y ejerce presión sobre su tórax y quien estaba abajo se arrodilla sobre las piernas de su compañero y le estimula los muslos. La relajación, la música y el vino también ayudan, pero es una misma quien debe disponerse a darlo todo de sí.
Algo más que no penetración
Dentro del paquete hay que pagar una cuota espiritual que trae un retorno de inversión inmediato: los chakras (centros de energía del cuerpo) deben estar abiertos y la mente y el espíritu deben estar presentes al 100%.
Si el tantra se practica en pareja, el ideal es sentir placeres que se controlan para no llegar al orgasmo. Existe penetración, pero el clímax se retrasa para sentir cada vez más placer. “Dicen que un hombre puede durar un día entero teniendo sexo y nunca eyacular”, me cuenta un poco incrédulo mi amigo Ovidio, basado en las experiencias anteriores de su novia.
Los sánscritos hindúes indican que los dioses llegaban a practicar el sexo grupal solo cuando ya estaban avanzados en el tantrismo y así se mantiene en los grupos que respetan la tradición: para llegar a este punto se debe estar sensibilizado con las prácticas del yoga y abierto a las posibilidades.
Encontrar un grupo donde practicarlo en Latinoamérica puede ser una tarea difícil, pero existen algunas guías que te pueden ayudar a practicarlo con tu pareja primero y, quién sabe, después podrías involucrar otros miembros al grupo.