La fiesta sexual
Todo el mundo tiene una causa legítima por la que salir a las calles. Protestas y exigencia a reivindicaciones cada día. Pero la comunidad LGBT tiene una forma diferente de hacerlo
La semana pasada, aprovechando mis vacaciones en La Habana/ Cuba, fui a ver un nuevo espectáculo: Ése eres tú, Divino.
Un proyecto de animación en discotecas y bares donde los artistas son travestis y los bailarines llevan unos tacones de espanto. No bromeo, imagínense a un bailarín normal, contoneándose como si no hubiera un mañana y subido en unos tacos de 15 centímetros. Las cantantes no se quedaban atrás. Estrellita – de la que me declaro totalmente fan – tiene la voz de Maria Carey.
Algunos dicen que ambientes como ese son sórdidos. Bueno, ciertamente no eran angelitos volando los que vi en el Divino. Sin embargo, no me costaría absolutamente ningún trabajo encontrar otros lugares “sórdidos” de heterosexuales en La Habana – ni en Ámsterdam. Y no me hace falta llegar a los sótanos de la prostitución, que ya sé que es lo que estaba pensando todo el mundo.
Por supuesto, uno de los temas principales de la actuación es el rechazo a la homofobia. Cuba es un país muy interesante en ese sentido. De unos años a ahora el tema de la diversidad sexual ha evolucionado muchísimo y a través de fiestas, conciertos y celebraciones ha superado la homofobia comunista de décadas pasadas – para más información ver la película “Fresa y Chocolate”. Claro, creo que nos hemos quedado en la fiesta, algo que a los cubanos nos cuesta superar muchísimo. Por el momento, la población “heterosexual”, también conocida como “normal”, lo ve como un entretenimiento y tampoco se ha llegado a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero lo ve, y ahí está la cosa interesante.
En el Divino no solo habían miembros de la comunidad LGBT, sino todo el mundo. Y disfrutaron muchísimo.
Me recordó un poco al Desfile del Día del Orgullo Gay en el que estuve en Ámsterdam hace unas semanas. Toda la ciudad se reunió junto a los canales para ver pasar las barcas-carrozas que recorrían con mucho orgullo la ciudad.
Nuestra sociedad en general vive protestas y reivindicaciones cada día. Todo el mundo tiene una causa legítima por la que salir a las calles: la lucha feminista, los derechos de los animales, entre otros. Sin embargo, la comunidad LGBT lo hace diferente: con música y color, una reivindicación alegre de sus derechos.
Y eso me parece – aparte de muy divertido – tremendamente inteligente a nivel publicitario.
Si eres un hombre y ves mujeres con pancartas reivindicando sus derechos, no te sientes identificado y sigues tu camino. Sin embargo, si ves pasar una carroza con música – y reconozcamos que los “himnos gays” son geniales – y esa diversión, ¡te quedas y que viva la libertad! Porque, ¿a quién no le apetece un fiestorro a las 3 de la tarde? Nos conocen los malditos…
Dicen que si realmente quieren igualdad no deberían a tener un día para ellos, incluso muchos te sueltan eso del “¿acaso los heterosexuales salimos a celebrar nuestra orientación?”. Dicen lo mismo el 8 de Marzo. También dicen eso de “ahora nos quieren hacer ver que ser mari… es una fiesta”, curiosamente terminando la frase la persona envejece unos 30 años. No se qué tiene la homofobia que para mí actúa como una crema pro-arrugas.
La respuesta, en todo caso, no es difícil: el día que se alcance la igualdad, puede que ya no haga falta hacer desfiles o manifestaciones, pero yo no sé si lo han notado, pero ése día aún no ha llegado. La homofobia aún sigue verbal y violenta aún sigue vigente en muchos lugares, los países que han legalizado el matrimonio igualitario se pueden contar con las manos y la pena de muerte por orientación sexual no se quedó en el siglo XVIII. Así que sí, siguen haciendo faltas las fiestas por la igualdad. Sube la música y pásame los tacones.
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