Los fetiches sexuales más extraños
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Los fetiches sexuales más extraños

Lo admito, nunca me he vestido como un oso de peluche, pero si hay gente a la que le gusta, ¿por qué a mí no?

¿Cómo se yo que no tengo de eso? Es la primera pregunta que me viene a la cabeza cuando leo que la hematofilia es la ‘excitación por ver, tocar o BEBER sangre’ de otra persona.

Lo admito, nunca me he vestido como un oso de peluche, pero si hay gente a la que le gusta, ¿por qué a mí no? ¿Qué me hace tan moral o físicamente superior como para que no me excite que me orinen encima?

Miedo y necesidad de control es lo que nos pasa

Los humanos tenemos mucha facilidad para negar lo que nos gusta porque parece inapropiado, loco o pecaminoso. Algunos prefieren la rectitud al éxtasis o lo correcto a lo perturbador.

Alto. Que un fetiche no es lo mismo que parafilia como explica este artículo.

Por otro lado, hay cosas que te pueden excitar, pero que no sean realmente necesarias.

Para un fetichista – de los de verdad, de los buenos, gente de bien – el objeto deseado es absolutamente necesario para alcanzar la excitación sexual.

No me voy a entretener aquí en numerar y explicar cada uno de los fetiches sexuales que existe, aunque sí recomiendo encarecidamente su Googleo.

El mejor momento es cuando descubres que la caustrofilia es…

Hacerlo en lugares pequeños y piensas: ¡oh, éste no es tan raro! Ahí Alicia ya se ha caído del todo por  el agujero. Arriba es abajo y llegamos a la pregunta central: ¿qué importa? Los expertos aclaran que mientras no te pongas en peligro a ti o a terceros, haya consenso y no rompas la ley, todos los caminos llevan al orgasmo.

Problemas: puede ser difícil encontrar a alguien que respete tus gustos y yo imagino la charla tal que así:

  • Me gustas muchísimo, pero… pequeño detalle, nada… me excita ver llorar.
  • ¿Ah sí? Pues no pasa nada. A mí una vez me atracaron y eyaculé.

¡Todo el mundo tiene algo de eso!. ¿Por qué hemos creado una categoría sexual específica que incluye básicamente a toda la humanidad? Aquí a quien no le ponen a chupar un biberón le gusta montárselo con gente durmiendo.

Depende de deseos, preferencias y, según algunos expertos, de con qué te masturbaste por primera vez. Si no has descubierto cuál tienes es porque a lo mejor deberías ¡inventarte uno! Tener mecanofilia no impide amar.

 

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¡Es más! Si no te has vestido de látex en pleno Julio para satisfacer a tu novia que tiene rubberismo, no la quieres realmente.

Cuando a mí, un novio me pidió chuparme un pie, no me pareció nada mal. Simplemente es algo que se debe incluir en el juego de pareja.

Un momento, ¿he dicho ‘cuando me pidió’? Jajajaja, qué despiste más tonto… quise decir ¡si alguna vez me pidieran! Que yo esas cosas no las hago, yo soy una mujer decente. Yo respeto, pero ¡eso lo hacen ¡otros!

Porque cuando se habla del fetichismo – si es que se habla – es con un pestazo a discurso protector y psicológico que no aguanto. Mira no, basta ya.

Que si Dios puso plantas en este planeta es para que los dendrofílicos se masturben con ellas.

Y para crear oxígeno, pero eso ya fue después. Al décimo quinto día cuando después de haber descansado dijo: ‘me aburro’. Así que cogió su creación perfecta y le añadió el chismoseo y el prejuicio como quien condimenta con cilantro o jengibre (o añadan aquí el condimento que más les disguste).

Aparentemente la felicidad nos aburre y solucionar nuestros propios problemas no es suficiente para tenernos ocupados durante un día entero.

Aquí entre nos, compártenos en los comentarios tus fetiches más extraños, y por si cualquier otra duda ¡visita la Parada del Placer!

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