El origen del orgasmo femenino
Esta semana, una nota sobre sexualidad que ha tenido gran eco en diversos medios internacionales hace referencia al orgasmo en las mujeres, ese fenómeno tan poco estudiado hasta ahora pero que tantas alegrías nos da a las representantes del sexo femenino.
Fuente | Verónica Maza Bustamante (La doctora Verótika) periodista, educadora sexual, escritora, conferencista, promotora de los DDHH, melómana, exploradora de temas tabú
Los reportes cuentan que dos científicos encontraron su origen y objetivo de acuerdo a intensivos estudios relacionados con la evolución de las especies, los cuales me parece que complementan lo dicho, hace años, por diversos investigadores, entre ellos el famoso zoólogo Desmond Morris, como se puede leer en su libro El mono desnudo. Pero veamos cuáles son las novedades…
Alison Richard, de la Universidad de Yale, y Mihaela Pavličev, del Hospital Infantil de Cincinnati, publicaron el pasado lunes 1 de agosto un estudio sobre el tema en la revista JEZ-Molecular and Developmental Evolution.
Ellos analizaron la biología de numerosos mamíferos y, según sus análisis, hace más de 75 millones de años el orgasmo servía para activar la ovulación en las hembras, que asegurara la continuación de la especie. “¿O sea, cómo?”, se preguntarán. En la mujer, el orgasmo y la ovulación (necesaria para la reproducción) no están ligados, pues se pueden tener orgasmos en cualquier momento del ciclo menstrual y se puede estar ovulando e, incluso, fecundar un óvulo, sin que por ello la mujer llegue al clímax.
En aquel entonces, algunas especies animales experimentaban una descarga de prolactina y de oxitocina en el sistema sanguíneo (justo las hormonas que las mujeres liberan durante los orgasmos) cuando los machos las penetraban, y con eso activaban la ovulación.
Para sostener su hipótesis, los científicos compararon el aparato genital de diferentes mamíferos y descubrieron que el clítoris de las especies con una ovulación inducida por el coito estaba situado en el interior (o muy cerca) de la vagina, a diferencia de las mujeres, cuyo centro principal de placer es el clítoris, ubicado lejos de donde el pene puede estimular durante la penetración.
Después, los primeros roedores y primates evolucionaron hacia una ovulación cíclica, es decir, comenzaron a tener periodos de celo, de modo que esta suerte de orgasmo o liberación de hormonas que asegurara la ovulación necesaria para reproducirse, dejó de tener interés biológico.
Esto habría llevado a otros cambios evolutivos, especialmente la reubicación del clítoris, como ya lo había comentado en sus libros Desmond Morris, quien se aventuraba a decir que el orgasmo originado en el clítoris (tras la evolución para llegar al homo sapiens) podría ser una suerte de “recompensa” para que las hembras se dejaran penetrar, pues a diferencia de ellas, los hombres necesitan, en su mayoría, llegar al orgasmo para transferir esperma.
“Aún hay mucho debate sobre si el orgasmo podría cumplir otras funciones, como un fortalecimiento del vínculo emocional”, afirman los investigadores.
Sería interesante saber si existe un estudio en donde se analice a mujeres que tienen orgasmos con frecuencia con una misma pareja y a un número semejante de quienes jamás llegan al clímax con un mismo compañero, y analizar sus emociones y sentimientos hacia esa persona, para saber si efectivamente puede servir para fortalecer los lazos amorosos. No sé si exista, pero prometo investigar, pues conocer este dato podría ayudar a seguir construyendo un mapa del orgasmo femenino en todos sus amplios y complejos aspectos.
