Con santa también hablamos de deseo
La edad no es un límite, yo escribí mi carta compartiéndole a Santa los deseos que más me gustaría cumplir en esta fiestas.
Fuente | Nancy Martínez, columnista sexperta, apasionada de la escritura y el chocolate. Maestrante en Consejería y Educación de la Sexualidad.
Querido Santa,
¿Cómo va todo? ¿Mucho frío por esos lares? ¡Abrígate bien, no queremos que te enfermes!
En esta ocasión te escribo una carta muy especial. No te pediré ropa, joyas o viajes, aunque… si quieres regalármelos, ¡Son bienvenidos! Pero, en realidad, la intención de estas letras es para pedirte algo que me gustaría que much@s tuvieran: una visión diferente del orgasmo.
No me malinterpretes, me hacen muy feliz los orgasmos, pero creo que hay muchas ideas erróneas en torno a ellos y me parece importante reconsiderar todo lo que se ha formulado.
Mi deseo más grande para estas fiestas
Es decir, es fenomenal llegar al orgasmo, sin duda alguna, pero no lo es todo en el encuentro sexual. ¿A qué me refiero con esto? A que muchas parejas se enfocan en alcanzarlo, como si fuera una maratón y el orgasmo fuera la medalla de oro. Se olvidan de muchas cosas: jugueteo, caricias, besos, miradas… y ¿Sabes qué? Eso también forma parte de la intimidad. ¡En qué momento se convirtieron en algo aburrido!
Al sobrevalorar el orgasmo nos perdimos en el camino. Creemos que todo debe ser como en las películas porno, donde las chicas llegan al clímax cientos de veces y los tipos terminan de forma magistral. Es más, podría parecer que al final ellos debieran agitar sus manos contra sus pechos y lanzar un grito desaforado. Agh, nada más lejano de la realidad.
Para que una persona pueda llegar al orgasmo se deben conjugar muchas cosas. El estado emocional, la condición física y hasta las circunstancias del encuentro.
Te ponemos en contexto del chismecito
Por ejemplo, imaginemos a una chica o a un chico que terminan agotados después de un arduo día de trabajo. La triste realidad es que no le fue muy bien hoy, tuvo un problema con un compañero de trabajo y su jefe andaba insoportable. Al llegar a casa, su pareja quiere tener algo de acción. Toman una copa de vino, piden una pizza, pero nada de esto logra prender a nuestr@ amig@. Comienzan a besarse, quizá practican sexo oral y finalmente tienen sexo con penetración. Después de un largo rato… ni un orgasmo. Es más, ni siquiera uno chiquito. Terminan frustrados y enojados.
Pero, ¿Por qué no valorar esos momentos que vivieron juntos? ¿Por qué creer que el orgasmo debe serlo todo? No nos dejarás mentir, Santa. Eso perjudica la conexión que puede haber en la pareja. Pregúntale a la señora Claus…
Vemos películas donde muchas chicas logran hacer un squirt,. Lo cual no está mal, pero tampoco es una habilidad que todas las mujeres tengan. Y ¡Está todo BIEN! Cada persona es diferente y vive su sexualidad de una manera única. El limitarlos a que tod@s debamos responder de alguna manera le quita lo divertido y lo espontáneo al sexo.
¿Sabes qué es lo que nos gustaría?
Que las parejas disfrutaran del camino, no solo de la meta. Que puedan divertirse en un encuentro sexual, donde no necesariamente haya penetración.
Nos gustaría que tanto hombres como mujeres revaloraran sus cuerpos, que no se avergüencen de ellos. Que aprendan a amar lo que tienen y que nunca permitan que nadie les diga lo contrario.
Queremos que hagan caso omiso a las críticas y los malos comentarios porque eso perjudica su autoestima y cuando esto sucede… el cochino tuerce el rabo. Por el contrario, ¡un ambiente positivo favorece los orgasmos!
Saltamos de la emoción porque cada uno se admiren en el espejo. Que amen el cuerpo de sus parejas: con rollitos, sin rollitos, con arrugas o sin ellas. Ya estamos con todo, pero nos encantaría que redescubran la magia de estar juntos. ¿Nos concedes el regalo, querido Santa?