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Historias de Tinder: “Mi match se convirtió en mi obsesión”

Hacer match en Tinder fue lo de menos en esta historia, todo lo interesante vino despues. Sexo, fotos, videos a dos idiomas. Nuestra colaboradora María Fernanda Cruz te comparte la siguiente historia recopilada…

Hablemos de Sexo y Amor recoge testimonios de personas que utilizan las redes sociales para encontrar pareja, en específico Tinder, y las comparte con todos sus usuarios.

Desde que llegó a la puerta de mi apartamento empezamos a besarnos desesperadamente. La química brotó después de un hola medio masticado en español y un par de frases en inglés que ya ni siquiera recuerdo.

Solo recuerdo que hicimos match en Tinder un par de horas antes. Él, un alemán impensablemente guapo, me preguntó si podía venir a mi casa y yo le dije que sí.

No puedo poner en palabras lo que yo siento en mi corazón (y sobre todo en mi vagina) cuando me acuerdo de esa noche. Era una pasión que ahora me parece fuera de este mundo, pero en ese momento era la única realidad en la que quería vivir. Con solo decirles que tuvimos sexo como siete veces seguidas: él se quitaba un condón y se ponía otro casi sin darle tiempo ni a la respiración.

Cuando terminamos estábamos cansadísimos y sin ningún tapujo le dije que pasara la noche en mi apartamento y se fuera al día siguiente para que pudiera descansar:

– Me encantaría, pero es que debo irme mañana y además mi novia me está esperando en el hotel.

– ¡¿Mi qué?!

– Mi novia, pero todo bien. Tenemos una relación abierta. Yo le dije que quería estar con una tica hoy y a ella no le importa.

No hubo resentimientos ni nada semejante. Era simplemente un match más en Tinder, pensé yo.

Por supuesto que no fue así. El hombre comenzó a mandarme fotos de su pene erecto desde el mismo avión en que el que se subió al día siguiente, de vuelta a Alemania. Me decía que estaba pensando en mí, que no podía más. Yo estaba que goteaba. Y le mandaba mis fotos también, claro.

El intercambio continuó durante semanas y llegó a un punto en que se volvió obsesión. Él creó una cuenta de Skype solo para hablar conmigo. Me pasaba todo el día esperando a que él me enviara el primer mensaje y yo, que trabajaba desde la casa en ese momento, hasta me vestía y me producía para hacer las fotos y los videos que le enviaba a él. Era una locura intensa que me tenía todo el día pendiente del teléfono, mojada, con ganas de más.

Teníamos un juego en el que yo le decía qué hacer y él lo hacía.

Mi rol era absolutamente dominante: cualquier cosa que le pidiera, él se sentía obligado a hacerlo. Y eso fue lo que nos salvó la vida… a ambos.

Un día él me contó que su obsesión conmigo le estaba impidiendo tener sexo con su novia. “Ya no quiero nada con ella”, me dijo. Entonces me di cuenta de lo que estábamos haciendo y del daño que nos podía causar y tomé la decisión de terminarlo todo: en medio de nuestro juego sexual, con mi rol de dominante, le dije que no me volviera a contactar nunca más.

Ese día procuré pasarlo ocupada y no pensé en nada. Al día siguiente, noté que ya no existía su Skype, me había bloqueado de Tinder… fue como si nunca hubiese existido. Pero él y yo sabemos que sí, que existió.


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