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Sobre microchips y el sexo en el futuro

En la época en que el sexting dejó de ser una novedad tecnológica, la innovación está impulsando la sexualidad a un ritmo desbocado. ¿Hacia cuáles nuevos inventos avanzamos conforme se consume el siglo XXI?

No estoy seguro si esto me hace un bicho raro en mi generación, pero nunca he hecho sexting. Imagino que una serie de factores se alinearon para excluirme de esa nueva tendencia tecnológica y el resultado final es que nunca intercambié fotos que sonrojarían a mis tías por un smartphone. Una lástima, probablemente.

Puede que todavía no haya pasado mi oportunidad, pero definitivamente ya no seré pionero. El sexting como innovación tecnológica de la sexualidad humana está demasiado integrado en nuestra sociedad hipercomunicada y el sexo del futuro será otro. ¿Cómo nos llegará?

Un candidato fuerte de esta sexualidad mediada por microchips es la pornografía en realidad virtual (VR porn, en inglés). Es sencillo: tomas un dispositivo de realidad virtual como Occulus Rift o Samsung Gear VR, adjuntas un teléfono inteligente que hará el trabajo pesado y cargas la película. De pronto, estás es una simulación bastante realista de una escena sexual.

Cuando sea común tener un dispositivo de así, este será el futuro del sexting: en vez de un video para la pantalla del celular, los jóvenes incautos enviaremos mini películas para esa realidad paralela. Las posibilidades son ilimitadas para una pareja a distancia.

De hecho, el futuro le sonríe a los amantes torturados por la geografía: la compañía de condones Durex desarrolló una nueva tecnología de ropa interior que permite “transmitir” el tacto a través de internet. En un video de muestra, un chico manipula la pantalla de su celular y su novia, en otra habitación, siente como le masajea los senos.

Otro producto similar es Lovense: una pareja de juguetes sexuales (un consolador y un masturbador) están conectados por Internet y también pueden ser manipulados desde el smartphone. Aún mejor: cuando uno se mueve, el otro responde y también lo hace. Voilá.

La versión “red social” (por supuesto que hay) se llama Kiiroo y permite a los usuarios configurar los vibradores que tienen sus compañeros.

Con esto, corremos el doloroso peligro de erradicar una de las prácticas más antiguas de este tipo de enamorados: la masturbación acompañada, usualmente por teléfono o últimamente también Skype.

Las soluciones también están para los más desafortunados. Por ejemplo, el escocés Mohammed Abad perdió su pene en un accidente a los 6 años y ahora, a sus 43 años, recibió un “pene biónico” que funciona con dos válvulas y un botón bajo sus testículos para tener una erección. Finalmente perderá su virginidad con una dominatrix, informó la prensa inglesa este enero.

De hecho, los cruces entre sexualidad y robótica son cada vez más claros. Los modelos de robots sexuales cada vez son más realistas y estéticos, programados para satisfacer las funciones más diversas, e incluso sus adeptos se reúnen en el Congreso Internacional de Amor y Sexo con Robots

Aparentemente, este fértil campo es conocido por la teledildónica, una palabra que puede asustar al mismo tiempo al compañero bobo en clases de español y a nuestra tía abuela evangélica. El tema ha dado para publicar libros y predicciones apresuradas, como que los robots podrán incluso seducir a los humanos para el 2050.

Estas y otras tecnologías cambiarán nuestra vida sexual conforme avance el siglo XXI y tal vez añoraremos la década de los 2000, cuando solo las fotos y video cruzaban hacia el reino del amor, el sexo y los microchips, o miraremos atrás y, como ahora, nos preguntaremos cómo hacía una pareja enamorada a distancia para mantener su relación sin el ocasional sexo por teléfono.

Y tú, ¿qué invento de los enumerados te parece más interesante de explorar? Deja tu comentario aquí abajo o participa en nuestra discusiones en redes.

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