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Sexting sin culpa: entre derechos sexuales y digitales

Ponerte horny, intercambiar mensajes eróticos, enviar una nude o pasar el pack NO es malo. Siempre que sea consensuado, las fotos y videos son una forma de explorarnos.


Tomarnos fotos y videos con contenido erótico o sexualmente explícito -de forma voluntaria- y su intercambio digital con las personas que decidamos, es una forma de explorar nuestros cuerpos y apropiarnos de la tecnología.

En lugar de criminalizar la práctica, el debate “sexting sí/sexting no” debería darse dentro de un marco de derechos sexuales y buenos hábitos digitales. Porque sextear no sólo es chido, también es un derecho.

Muy lejos de una visión moral y prohibicionista, el sexting es un ejercicio de autodeterminación y una práctica que forma parte del ejercicio libre de los derechos sexuales (sí, esos que reconocen nuestra capacidad de expresar nuestra sexualidad libremente y sin discriminación) y, cuando una persona decide practicarlo, también está ejerciendo su autonomía sobre su cuerpo, su imagen y su vida privada.

No obstante, sigue existiendo un discurso estigmatizante en contra de su práctica que se suele justificar por la difusión no consensuada del material sexual, casi siempre, de las mujeres. Este discurso centra la responsabilidad en la víctima y no en los agresores ni en los cómplices de la violencia… pero que quede claro: nunca es culpa de las víctimas, las mujeres no son responsables de los actos de violencia de las que puedan ser objeto.

Esta postura es resultado de una visión machista que estigmatiza el cuerpo de las mujeres e insinúa que la erotización del cuerpo por elección propia es algo “malo”, que incluso puede justificar un delito: la violación de la privacidad.

Apelar a la moralidad tachando el sexting como una práctica de riesgo responde a una visión reduccionista (y hasta adultocentrista) del libre ejercicio de la sexualidad. No nos confundamos: el problema con el sexting se genera cuando una de las personas viola el acuerdo de privacidad. Eso es un delito; mandar nudes, no.

El Código Penal Federal no criminaliza la acción de generar contenido erótico y sexual para mandarla de forma voluntaria a otra persona; lo que sí constituye un delito es, según el artículo 211 BIS,

revelar, divulgar o utilizar indebidamente o en perjuicio de otro, información o imágenes obtenidas en una intervención de comunicación privada”,

también cuando obtenemos ese material de forma no consensuada con la otra persona.

Obviar esto y dirigir responsabilidades erróneas a quien genera las imágenes es el problema. Esto no significa que sea mejor no hacerlo nunca y bajo ninguna circunstancia… quienes deberían ser sancionados son quienes violentan nuestra autonomía sexual. La información fortalece la autonomía de las personas; disuadirlas para que no lo hagan, a través de estigmas y estereotipos, no abona a la erradicación del problema. ¡Nuestro derecho es sextear, pero hagámoslo de forma segura!

Hazlo con responsabilidad, practícalo de forma consciente y segura. Acá te recomendamos y compartimos la guía de Coding Rights para mandar desnudos seguros:

  1. Nudes encriptados

    No mandes tus fotografías y videos a través de mensajes de texto, Messenger, Facebook o Tinder. Mejor hazlo a través de aplicaciones cifradas de extremo a extremo como Signal, Confide o Wickr. Así se vuelve mucho más complejo que alguien tenga acceso a tus nudes.

  2. Sin detalles identificables

    Utiliza aplicaciones como Obscuracam para difuminar tu cara o elementos que te hagan fácilmente identificable, como tatuajes, cicatrices, lunares, etc.

  3. No estés en las nubes

    ¡Nunca guardes tus fotos y videos en nubes como Dropbox, iCloud, Drive, etc!

También es recomendable tener protegido tu celular con una contraseña segura y no conservar las nudes que te envían, borrarlas después del momento es un buen hábito para mantener tus prácticas seguras.

Entendamos que cuando alguien limita el sexting, también limita la posibilidad de que las personas disfruten y ejerzan libremente su sexualidad a través de la tecnología. Y, al hacerlo, ignora el derecho de autonomía progresiva de las juventudes y el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y la propia imagen.

Lo que necesitamos realmente es una Educación Integral para la Sexualidad que se centre en la toma decisiones responsables y seguras basadas en información verídica; no una basada en el miedo, la culpa, el rechazo a la propia sexualidad y, como resultado, la abstinencia como método para “prevenir” posibles riesgos. Este discurso paternalista perpetua una mirada que ignora la capacidad de las y los jóvenes a decidir sobre su sexualidad de forma responsable y cuidar a las y los otros siendo respetuosos con sus derechos.


¿Te provoca probar el sexting, pero tienes dudas al respecto? Cuéntanos tus consultas en nuestro foro.

Nota original de Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales  y Reproductivos, A.C, aliado de Hablemos de Sexo y Amor.
Escrita por Karen Santiago.

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