Lo que las mujeres quieren

By Gabriela on 21 octubre, 201325 agosto, 2022

Veamos, si me piden describir a mi hombre perfecto, como quien dicta a un policía el retrato hablado de un criminal, éste sería moreno, alto, con espalda ancha…

… no excesivamente delgado ni fuerte, de labios y ojos bonitos, manos grandes y un torso torneado y suave. Es una descripción aceptable, ¿verdad?

Pues creo que, probablemente, menos mujeres de las que piensan coincidirían conmigo en esta afirmación. De hecho, ni siquiera mujeres de mi misma familia y mira que pensé que la genética iba a jugar un papel más activo en esto. Por ejemplo, a mi prima le encantan los hombres muy flacos; a mi abuela, peludos y a mi madre, cogiendo como modelo a mi padre, la altura le da un poco igual.

Tengo amigas a las que les gustan las narices grandes, el pelo largo, la barba de tres días o un cuerpo bien musculoso, aunque de cara parezca Shrek. Para muchas féminas, el trasero también es importantísimo.

La buena noticia es que con la mayoría de mis amigas/parientes jamás discutiré por un hombre. Seguro que si pusiera a hablar a mi padre, mi primo y mi abuelo sobre mujeres llegarían pronto a una imagen mucho más consensuada que la nuestra. Para los hombres existen dos discusiones básicas: pechos o trasero y cuerpo o cara.

A veces creo que está mucho más claro cuándo una mujer es hermosa y cuándo no, cuando atrae a los hombres y cuando no. Pero ¿un hombre? ¿Cuándo es guapo un hombre? Nunca está claro.

La guapura es tan subjetiva…

¿Qué pasaría si llega el sujeto de mis sueños y me dice, por ejemplo, ‘aquí me tienes. No te lo esperabas, ¿eh? Un sex symbol como yo queriendo meterse en tu cama. Venga que te voy a dar lo tuyo y rapidito, pero quiero ver el fútbol’.

¿Qué pasa? Pues que se va de mi cama como si se acabara de acordar de que se dejó el gas encendido. Y mira que es moreno, alto, tiene la espalda ancha, no es delgado, con labios muy sexys, manos grandes y un torso torneado y suave. No porque me sintiera particularmente ofendida ni porque quisiera darle una lección, sino porque para mí ya habrá perdido absolutamente todo el sex-appeal.

Y no hace falta que sea vulgar, simplemente puede ser aburrido, engreído o tonto para que el nivel de atracción baje a una velocidad mayor que el hombre que saltó desde el espacio.

No sé para ustedes, pero para mí, no hay nada que me resulte menos sexy que un hombre guapo y tonto.

De verdad que cuando veo esos muchachos musculosos, altos y hermosos abrir la boca y soltar una tontería o comportarse como niños dependientes, se me baja toda la libido y es como ver una masa informe; más bien, lo veo como un adolescente que no ha terminado de crecer. Absolutamente nada sexy. Ni con esfuerzo podría tener ni una relación sin compromiso. Un desperdicio absoluto de carne.

Inteligencia o físico, ¿hay que escoger?

El físico es, probablemente, la primera cualidad que veamos en una persona y, por lo tanto, es más común que los hombres atractivos despierten rápidamente la libido en una mujer y viceversa. Y es una falacia decir que los hombres necesitan sentirse más atraídos hacia sus parejas que las mujeres. Pero creo que, a diferencia de un hombre, a las mujeres nos cambia la percepción de lo que es atractivo o no en el mismo hombre.

Recuerdo una película muy explicativa en este sentido. Los dos protagonistas se cuentan mutuamente lo horribles que fueron sus citas el día anterior. Hablaban de la noche con desprecio y criticaban a sus parejas con bastante crueldad. ¿La diferencia? Él se acostó con su cita sin problemas y ella se fue a su casa a dormir sola.

Pregunta: ¿pueden los hombres dejar de lado una personalidad horrible sólo por la atracción física y las posibilidades de sexo? ¿No pueden hacerlo las mujeres?

Según varios estudios también atendemos más al aspecto físico cuando es un encuentro esporádico y no para una relación.

Mi pregunta es: ¿significa eso que las mujeres se conforman con menos atracción en pos de una mayor estimulación mental? O sea, ¿que siempre estamos dispuestas a renunciar a lo uno o a lo otro?

Lo cierto es que cuando te gusta una persona le vas encontrando más y más cualidades atractivas. La suavidad del cuello, el calor de las manos y esa voz preciosa con la que cada día te irías a dormir. Incluso, le empiezas a ver aspecto atractivos a lo que no te gustaba al principio: en realidad esa enorme nariz le queda bien con la morfología de su cara, no tiene las orejas tan abiertas y esa barriguita es muy cómoda para dormir.

Lo que no voy a hacer es pasarme la vida con dolor de cuello escuchando tonterías con tal de tener un novio de 1.90 m.