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Convivir sin estar casados: ¿sigue siendo tabú?

¿Vivir con tu novio/a sin estar casados? Esto sigue siendo un tabú para muchos jóvenes. Sin embargo, un creciente número de parejas se atreve a dar el paso.    

“Es una lucha constante”, dice Anabel refiriéndose a la insistencia de sus padres para que contraigan matrimonio. Pero ella, con su novio Antonio, ambos de 27 años, prefieren esperar. Viven juntos en Guadalajara y tienen un empleo de tiempo completo en la industria farmacéutica.

“Para ellos fue un shock cuando les dijimos que vivíamos juntos”, dice Anabel. “Intenté explicárselos con argumentos prácticos. De esta manera economizamos dinero y además, pasaríamos igualmente la mayor parte del tiempo juntos, les digo. No lo han aceptado completamente pero no les dejé muchas opciones.”

El hecho de que la pareja puede compartir una casa se debe a que ambas familias residen a gran distancia de Guadalajara. “Si mis padres vivieran aquí, no me habría quedado otra opción más que seguir viviendo con ellos”, explica Anabel.

“Mi hermano mayor nos ayudó mucho. Conoció a Antonio y convenció a mis padres de que era un muchacho de confianza y que era mucho más seguro para mí vivir con él.”

Presión

Anabel les contó a sus padres sobre su relación con Antonio un año antes de irse a vivir juntos. Al principio, tanto su familia como la de su pareja tuvieron problemas en aceptar incluso la relación. Ahora llevan cinco años viviendo juntos. A medida que pasa el tiempo aumenta la presión para que se casen.

“Claro que deseamos casarnos eventualmente”, dice Anabel. “Pero en este momento preferimos concentrarnos en otras cosas. Ambos nos hemos propuesto algunas metas personales, objetivos que queremos alcanzar en nuestra carrera profesional. Nuestros padres no lo comprenden. Ellos dicen que todo eso lo podemos alcanzar también estando casados.”

Disfrazar la verdad

A causa de estos desacuerdos, Anabel y Antonio no han podido visitar a sus respectivas familias políticas. “Como mis tíos y tías viven también allí y todavía no saben que tenemos una relación, a mis padres no les caería bien que yo llevara de visita a Antonio”, explica Anabel.

Incluso en Guadalajara, la pareja se ve obligada a veces a disfrazar la verdad sobre la situación de concubinato en la que viven. “Por ejemplo, nuestra empleada doméstica probablemente supone que estamos casados, así como el dueño de la casa. Poco después de aceptar esta casa, una señora mayor en la familia nos preguntó cuánto tiempo llevábamos casados.

Cuando le dijimos que no lo estábamos le cambió la expresión en el rostro

Pero creo que, afortunadamente, le caímos bien porque no llevó el tema a mayores.”

Sexualidad

Hay un área que sigue siendo “gris” – en palabras de Anabel – entre ella y sus padres. “No hablamos del tema de sexualidad con ellos. Cuando nos vienen a visitar a Guadalajara, Antonio y yo dormimos en dormitorios separados.” Y agrega con una sonrisa: “No sabemos si se encuentran en estado de negación o de cándida ignorancia”.

*Historia real con nombres y locaciones cambiadas.

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