Más que amigos, menos que novios.

Lo primero, me parece, es que hablemos de amigos, ¿qué tal?

El tiempo que viví fuera de Costa Rica tuve dos buenos amigos, una uruguaya y un californiano, que tenían una tensión entre ellos que daba gusto. Con el tiempo pasó lo inevitable: se robaban besos en la fiestas, compartían comida y, por las mañanas, ella salía del cuarto de él con la ropa del día anterior. Nunca supimos si eran solo amigos, más que amigos, menos que novios o en dónde estaban. Creo que nunca importó.

La sabiduría popular rechaza la idea de una amistad entre hombre y mujer. Lo que pasa en realidad es que vamos perdiendo la línea entre la pelirroja que nos gusta tanto tanto y la machilla (rubia) del departamento de mercadeo que está bonita y es buena persona. ¿A cuál le hablé pensando en que fuera mi novia a cuál en que fuera mi amiga?

Yo creo que sí existe este tipo de amistad en las relaciones, pero bueno, a ver, también podemos decir que existe el rinoceronte negro. Entre encontrar uno de los cinco mil ejemplares que quedan y hallar una amistad ‘pura’ (qué carajos es una amistad pura) no hay mucha diferencia. Llamen a Greenpeace que ya le tengo dos campañas listas.

Mi teoría: cuando conocemos a alguien no lo encasillamos en ‘para novio’ o ‘para amigo’.

Uno va hablando, se conoce, discuten de tonteras y llegan a algo que vale la pena; que aquellas piernas, que estos ojos… Total, que alguna que uno contabilizaba como saliente termina como una amiga neutral y la que parecía que jamás-jamás terminó de novia.

Siempre de camino quedan esos personajes ambiguos, que no dieron la talla para el noviazgo pero que están un par de peldaños más arriba que el resto de los mortales. Un día se roban un beso o se quedan con la mirada fija mucho-muchísimo, ¿no es natural como parte de ese proceso? Si descubro que también leyó a Isaac Asimov y tiene unas curvas del diablo, pero que tiene un algo que todavía no, ¿dónde queda?

Ojo con un detallito: marquemos la cancha. Lo que no puede pasar es que yo crea que esto va en serio y ella que estamos solo pasándola bien en la fiesta de mi prima. Corremos el peligro de acabar como Taylor Swift, recetando canciones de amor/nostalgia/odio al primer cristiano que se nos cruce enfrente. No, hermano, mejor aclarar de entrada cómo se baila este tango.

Se valen, para mí, los amigos con derecho, pero aclarándonos mentalmente si son más ‘amigos’ o más ‘con derecho’. Esto ayudará para que después, si se arma la de San Quintín, puedan tomar una decisión con calma. ¿Realmente me gustaba ir con ella al teatro o era tontera del momento? ¿Será que cancelo los comics de Batman que pedimos juntos?

Mis amigos -el gringo y la uruguaya- pasaron unos meses lindos, a veces cada quien por su lado y otras besándose, pero nadie les preguntó mucho. Era cosa de ellos. Un buen día ella me anunció discretamente que la cosa no seguía (lo de ‘con derecho’), pero a ellos no se les notó cambio. Siguieron riéndose cuando él intentaba cocinar pasta o ella ponía el mate. Después se montaron en un avión y ahora, según me dicen, siguen hablándose desde puntos tan opuestísimos en el continente, como si nada. Al rato y se hicieron amigos.

¿Te ha pasado? Cuéntanos en el foro de Hablemos de Sexo y Amor.

Recuerda que te compartimos diferentes puntos de vista, que no necesariamente representan nuestra postura, la decisión final la tomas tú.