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Superando desamores

Tener pareja, romper, amar, engañar, que te engañen, recorrer una ciudad de la mano, llorar, mensajes de texto… pocas cosas nos cambian tanto como el amor.

Cualquier acto, de entrega o dolor, deja una huella imborrable en uno mismo. Te cuestionas y te piensas: ¿qué hice, qué no, por qué?

Te ves y eres, irremediablemente, diferente. El ejemplo más claro de esto es una infidelidad. Pongámonos en situación: empiezas coquetear con alguien, a salir de vez en cuando y poco a poco la relación se va formando. A los seis meses – no le demos más que podamos provocar un suicidio – te enteras de que todo este tiempo ha estado viendo a otra chica. Tu creyéndote la Bella con tu príncipe y de pronto te enteras de que ha habido otra. ¿Y entonces? ¿Quién he sido yo en esta historia? ¿La tetera?

Un cambio no esperado en el guión te hace replantearte cuál ha sido tu papel en la película entera. En cualquier otra situación, no nos cuesta absolutamente nada echarle la culpa a otra persona: en el trabajo, con los amigos o la familia. No solemos asumir la responsabilidad. Sin embargo, en el amor somos masoquistas y todo puede ser culpa nuestra.

 


No has hecho nada, simplemente dejó de quererte, se enamoró de otra, se tuvo que mudar de país… Así pasa, así es la vida.

La cosa es que, claro, chocamos aquí con la Señora Autoestima, ‘si otro no me quiere ¿por qué debería quererme yo? A lo mejor tiene razón y no soy suficiente, ¿será que no soy tan especial, guapa o inteligente como me dice mi madre?’.

‘Sí, es cierto que la cosa no era del todo formal todavía, que recién empezábamos, que pasábamos por un momento de crisis…, ¿pero esto?’. Si tienes un poco de sentido común, puedes entender todas las razones por las que se pone un punto final, sin embargo, siempre siempre hay un susurro desde detrás de la cabeza diciendo fue culpa tuya, que si cambias la próxima vez todo irá bien.

 

Solo, quizás, cuando ha pasado un tiempo y vemos las cosas en perspectiva podemos darnos cuenta qué responsabilidad hemos tenido exactamente. ¿Por qué? Muy sencillo, porque en una relación, nueva o estable, no estás solo y, por tanto, no puedes controlarlo todo. 

¿Cómo hacer para no tener una crisis de identidad después de una crisis en la relación? Yo diría que, en esos momentos de inseguridad, cuando se nos tambalea el mundo, lo más recomendable es sujetarte a algo firme: recurrir a amigos y familia que te pongan en perspectiva, porque las madres siempre tienen razón: eres muy especial.

Cuéntanos en el foro de Hablemos de Sexo y Amor si has pasado por este bajón en tu autoestima tras una ruptura.

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