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¿Cómo superar una ruptura?

By Gabriela on 22 enero, 20135 agosto, 2022

‘Perdona, ¿te importaría quitarme el puñal que me has clavado en el corazón? Gracias’ Sí, las rupturas pueden ser muy dolorosas.  

A cada persona le da por hacer una cosa distinta tras terminar con su pareja:

Romper sus fotos, fiestear en exceso, ver películas románticas y llorar, comprar ropa… La ruptura más traumática que he tenido me dio un sueño terrible.  Dormí, dormí y dormí,  hasta que se me pasó.  ¡Y a otra cosa mariposa!

Las relaciones son tan diferentes como las hojas de los árboles, pero en mi opinión, sólo hay dos tipos de rupturas: la de ‘encantada de habernos conocido’ y la de la muerte agónica en una esquina con respiración asistida y transfusión de sangre.

Me quiero concentrar en este último caso, que implica un cambio terrible en nuestra vida: los domingos por la tarde y los planes de verano, las expectativas mayores como las bodas o toda una vida viendo atardeceres. Sí, todos esos sueños se ponen en fila y comienzan a caminar hacia el baño para tirarse por el inodoro. 

Romper una relación es un acto de gran valentía.

Una vez analizado el daño directo, y lo que significa para nuestra vida inmediata cotidiana, nos empeñamos en buscar las razones por las que nuestra relación no funcionó y no las entendemos (o nos negamos a hacerlo) por más claras que estén.

Porque, seamos honestos/as, hay relaciones que simplemente ya no funcionan, pero a muchas personas les da miedo terminar. Las principales razones: ‘¿y si no encuentro a alguien mejor? ¿Y si cambia, tal como prometió? ¿Y si es verdad que fue solo sexo y no le quiere? ¿Y si me quedo sola toda mi vida?’

Llegados a este punto, hay que respirar hondo, cerrar los ojos y dar el paso. Ayuda mucho pensar ‘no puedo estar peor’.

Del dolor no te salva nadie, pero yo prefiero un dolor intenso durante unas semanas a un sufrimiento que no se ve para cuándo termina.

No hay peor ruptura que esas que parecen una enfermedad degenerativa.

Áquellas en las que las parejas no dejan de verse y hablar, y ‘¿volvemos?’ ‘Te extraño, intentemos entender qué nos ha pasado’… Y masticamos el chicle, hasta que empieza a saber a plástico.

Cuando le preguntaba a mis amigas por qué se sometían a tal tortura, verse continuamente con una persona que les había roto el corazón, todas me decían lo mismo: ‘porque quiero saber’. Obsesionarnos por los motivos por los que no funcionó es una tremenda pérdida de tiempo que no te aclara nada y lo que hace es engancharte a una relación que tendrías que estar superando.

Otro gran problema de esto es que existe por ahí una idea generalizada, que no sé quién fue el gracioso que la hizo circular, de que podemos ser amigos/as de nuestros ex. No, o por lo menos no inmediatamente después de romper, en veinte años veremos. 

Lo que sí es terrible es cuando no la ves venir y tú vas caminando por tu relación como por una playa al atardecer y la ruptura te pega en toda la cara. Ahí sí, muerde algo, y aguanta.

Nuestro mejor amigo es, sin lugar a dudas, el señor tiempo. No hay falla.

Como casi todas las situaciones dolorosas por las que pasamos en la vida, una ruptura puede ser un momento de reflexión estupendo sobre qué quiero en una relación y en una persona, pero sobre todo, una oportunidad para empezar a pasar tiempo a solas, conocernos, consentirnos. 

Pasado un tiempo comienzas a ver las ventajas de haber roto con esa persona, que quizá valía mucho la pena, sí, pero ya no era la adecuada para ti, ni tú para ella.

¿Cuál ha sido la ruptura más difícil de tu vida y cómo la superaste? Cuéntanos en el foro de Hablemos de Sexo y Amor.