La eterna primera vez
Un tema muy recurrente, no solo en Latinoamérica, sino en todas partes del mundo, es la virginidad de la mujer.
Aclaro, de la mujer, porque no somos tan necios con que el hombre llegue virgen a ‘ese momento’.
Seguramente mi abuela tuvo la obligación de llegar virgen al matrimonio y esa era también preocupación de mi abuelo. Pero los tiempos han cambiado. ¿Debo preocuparme ahora si mi novia no es virgen? La respuesta es no y por muchos motivos.
La analogía más fácil es que muchas veces no se siente si un auto viene nuevo de la tienda o lleva algunos kilómetros la primera vez que lo manejas. Pero también es la analogía más estúpida y, a todas luces, la analogía equivocada. Una persona no es como un carro o un celular que lo poseemos: por lo que jamás una mujer -o un hombre- que no son vírgenes va a ser igual que un carro de segunda.
Una persona no cambia en nada sus capacidades afectivas o reproductivas después de perder la virginidad.
Es cierto, se rompe el himen (que igual puede romperse con otro tipo de esfuerzos o puede no rasgarse del todo), pero hasta ahí. Una mujer no virgen tiene la misma capacidad de amar que una mujer que todavía no ha conocido la cama. Si vas a buscar novia, eso es lo que debería de importar: la persona que ella es ahora y no su pasado.
Es muy cansado seguir a pleno siglo XXI con esas ilusiones de que mi novia y mi esposa van a llegar a ser mejores por ser vírgenes. Es como si los hombres creyeran que la virginidad es como esas etiquetas que tienen algunos productos médicos: ‘no consuma si esta etiqueta está rasgada’.
No viejo, no se te va a caer el pene por tener sexo con una mujer no virgen.
Y claro, está el asunto de la conquista. Yo llegué de primero. Yo la estrené. Ni quiero entrar ahí.
Buen negocio
De hecho, si lo piensan, no es mal negocio para ambos que ya alguno -o los dos- tenga experiencia. ¿Recuerdan lo incómodo que fue el primer beso? El que diga que no, lo demando por mentiroso. Se aprende con el tiempo, se encuentran trucos, secretos, gustos, movidas. Lo mismo pasa con el sexo. ‘Más sabe el diablo por viejo que por diablo’.
Ahora, por otro lado, si ambos son novatos en ese asunto de meterse bajo las sábanas, pues todo bien. O si solamente uno de los dos es el nuevo.
Todos hemos sido el nuevo alguna vez, unos con una pareja con más experiencia que nosotros, otros con alguien inexperto. El secreto es olvidarnos de eso, de que hubo un pasado, otras piernas y otros ombligos. Si mantenemos la cabeza en los otros hombres que han estado con ella, ¿cómo carajos vamos a pasar nosotros una buena noche hoy?
El secreto no es, mi estimado, encontrarse una mujer para quien sea la primera vez. Es gozar la noche, cada vez, con esa mezcla de curiosidad y júbilo como si siempre fuese la primera.
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Recuerda que te compartimos diferentes puntos de vista, que no necesariamente representan nuestra postura, la decisión final la tomas tú.