¿Has pagado por sexo? Estamos seguro que si
¿Qué significa pagar por sexo? Seguro te pasó por la mente el trabajo sexual, pero no, hay otras formas de usar el dinero relacionadas con la sexualidad.
Pagar por sexo es asumir una responsabilidad y significa visitar la farmacia cuando sabemos que las futuras noches con la pareja de turno prometen.
Pasada la burda etapa de apareamiento y de primeros contactos, donde se supone que los involucrad@s debería estar preparado para la guerra y para todo (carguen al menos dos condones siempre), llegamos al momento en que las relaciones sexuales dejan de ser esporádicas —esperemos— y hay que recolectar provisiones para tal efecto.
¿Quién paga por anticonceptivos, quién por las pastillas, quién por los condones? En una noche tremenda, ¿cuántos condones pueden gastarse y quién va a poner el dinero para eso? Y todavía más importante, ¿quién le pagará al ginecólog@ para que haga el análisis y recete las pastillas del caso?
Cuestión de economías
Llegada la hora de la hora y romanticismo aparte, el sexo termina también siendo un asunto de billetes. ‘Hoy no tuve plata para comprar condones‘, dice él y ella ‘entonces a esta cama ni te acerques’. He ahí el dilema: ¿El emparedado del almuerzo o los forros para la noche?
Muchísimas parejas que conozco han optado por un término medio. Aplican la doble protección (usan tanto condón como pastilla) y él compra los preservativos y ella el medicamento. El ginecólog@, que viene siendo un gasto importante, sale a medias. ‘Si quieres tener sexo conmigo, mínimo ayúdame a pagarle al médic@’, dicen ahora, valientes, muchas chicas de América Latina
Responsabilidad mutua
Si lograron un acuerdo y solo usarán condones o solo pastillas (entiendo que hay problemas económicos, pero más caro saldrá al largo plazo un embarazo no deseado, procuren no hacerlo) pues compartan gastos. Yo hoy un caja de condones tropical, con sabor a banana, mango y sandía, y tú el viernes compras una de extra-sensitivo. O me pasas la factura de las pastillas y te pago la mitad. Al final de cuentas, como casi todo en el sexo, la idea es que todos salgamos ganando ¿o no?
