Carrusel.
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¿Por qué yo no hago carruseles?

Algunos medios en Latinoamérica han reportado un fenómeno curioso: un juego sexual llamado ‘Carrusel’, que se practica en las fiestas de adolescentes.

Mientras bailan, las mujeres se ponen en el centro de la pista, desnudas o semidesnudas, y los hombres se alternan y las penetran rápidamente, pierde quien eyacula primero.

Naturalmente, los reportes han generado preocupaciones muy reales: la posible transmisión de infecciones de transmisión sexual y los probables embarazos no deseados que surgen de estos ‘juegos’. Al menos, se conoce el caso de una joven que habló a ADN Medellín de un embarazo que surgió a raíz del Carrusel.

Estos son problemas reales, si el juego es tal como se describe. El problema es que me recuerda demasiado al tiempo en que estaba en el colegio y salieron algunos reportajes que narraban casos similares: orgías descontroladas y lujuria sin desenfreno. Mis amigos y yo veíamos a nuestro alrededor, confundidos, sin saber dónde estaban esas fiestas.

No dudo que el Carrusel exista. Solo no creo que sea un fenómeno tan extendido. Me suena a una ocurrencia o dos en una fiesta. Aun así, aunque solo exista en un barrio en la ciudad más pequeña, no deja de ser significativo.

Creo que se debe desmenuzar el asunto. Verlo por partes. Primero, ¿por qué lo hacen? No tengo una respuesta clara. La chica colombiana dice que estaban en la fiesta, varias lo hacían y le pareció normal, entonces lo hizo.

  • Ese parece ser un motivo: presión grupal.

El otro detonante es la experimentación con el cuerpo, algunos se masturban por las noches, otros seducen a una chica linda en el parque del barrio y a alguien se le ocurrió esto del Carrusel.

  • Experimentar es bueno y debe hacerse.

Los límites del cuerpo y de la mente se conocen a pocos, con algunos tropiezos, poniendo un dedo aquí y una lengua allá y probando puntos nuevos. Todos tuvimos la primera novia o novio y nos acordamos de que las manos se sentían pesadas y torpes y la mente parecía trabajar en Windows 95. Pero se aprende, si se quiere.

Ese es mi problema con el Carrusel: ¿se desea o se necesita jugarlo (para pertenecer)?

Realmente, no me importa demasiado si hay o no orgía, ¿acaso no hay miles de clubes swingers por todo el mundo? Yo no creo que un alguien sea peor persona por compartir la cama o la pista de baile con más de uno o tener sexo de una noche. El ‘malómetro’ humano no debería medirse por la cantidad de compañeros sexuales, sino por la indiferencia ante el dolor ajeno. ¿Y el sexo entre menores de edad? Es algo que siempre se ha dado y siempre se dará.

El punto clave es si esos jóvenes, tanto ellas como ellos, están ahí están porque quieren, porque de verdad desean experimentar un poco con los límites de su cuerpo, o si están por presión grupal, porque ‘todos están ahí y tengo que encajar’.

 

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¿Cuál es el límite de la búsqueda del placer? Los de mi propia comodidad. La adolescencia es una época confusa donde muchos acudimos a uno de los reflejos animales de supervivencia: pertenecer a la manada. Si las dinámicas colegiales se mantienen ahora como lo eran hace diez años, cuando alguien grite ‘sexo’, ahí irán los demás. Entonces, todo esto deja de ser ese acto de buscar los secretos de mi cuerpo y se convierte en obedecer al grupo.

Que un juego como este, tal como dicen ciertos medios de prensa, esté provocando un aumento en enfermedades venéreas y embarazo adolescente es querer agarrarnos de idiotas. Apuesto mi mano derecha a que, si tomamos a todas las chicas embarazadas de Latinoamérica y les preguntamos cuántas creen que el Carrusel tiene la culpa, ni un 5% contestarán que quedaron embarazadas durante el juego.

El frío no está en las cobijas. Mientras sigamos hablando de estos fenómenos como algo aislado y no como un caso dentro de una sociedad mojigata, con educación sexual incompleta, fobia a los condones y un rechazo campechano a hablar de sexo de frente seguiremos con un continente lleno de adolescentes embarazadas y jóvenes enfermos de VIH.

El cambio de mentalidad es en casas y escuelas para después incidir en los bares; no al revés.

Por último, un llamado final al escepticismo. Ya en otras ocasiones los medios nos hemos equivocado, catalogando un fenómeno de masivo cuando en realidad pasó una noche en una finca. Puede que este sea algo así, puede que no. Sin embargo, ante la duda, cuestionen lo que leen. Comiencen por cuestionarme a mí, antes de sentarme a investigar para esta entrada, nunca en mi vida había escuchado hablar de los Carruseles.

¿Habías oído hablar del Carrusel? Déjanos saber qué opinas de este juego, nos encantaría leerte en el foro de Hablemos de Sexo y Amor.

Recuerda que te compartimos diferentes puntos de vista, que no necesariamente representan nuestra postura, la decisión final la tomas tú.

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Recent Comments (1)

  1. Ya veo. Tu no te opones a
    Ya veo. Tu no te opones a nada de esto. Me pregunto ¿Que pensarás cuando te cases con una mujer que vive “su sexualidad”? o si después llegaras a contraer VIH. ¡Pero es verdad! la culpa la tiene esta sociedad ” mojigata” con educación “sexual incompleta”. Se me hace algo estúpido este ¿post? En fin. RESPUESTA: Eres libre de hacernos llegar tu opinión sobre los carruseles.

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