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(C) Love Matters | Rita Lino

BDSM y los juegos eróticos de poder

Dentro de la amplia gama de fantasías sexuales, hay una gran proporción de ellas que están relacionadas con un elemento presente en la cotidianidad de toda sociedad: el poder.

¿Por qué a unas personas les excitan los pies de sus parejas, mientras que a otras les excitan las manos

¿Por qué hay personas que fantasean con látigos y vestimentas de cuero?

¿Por qué a otras les excitan los zapatos y tacones?

¿Por qué hay hombres y mujeres que solo pueden alcanzar el orgasmo si sienten que son dominados por otro/a, mientras que hay otros que solo pueden alcanzar el orgasmo si dominan a su pareja?

Lovemap

En 1980, John Money, psicólogo y sexólogo de la Universidad de Johns Hopkins, acuñó el término de lovemap.

Un lovemap, de acuerdo a Money, es una representación mental compleja de nuestro amante idealizado y de aquello que nos gustaría hacer eróticamente con ese amante ideal, es decir, incluye también nuestra actividad erótica idealizada.

En sus teorías, Money explica que la formación de un lovemap tiene su origen en la infancia, ya que es a través de las diferentes experiencias que vive un niño por las que un lovemap adquiere un camino determinado.

Por lo regular, si le preguntas a una persona cómo sería su pareja ideal, ésta puede ser capaz de proveer una lista muy detallada de los rasgos físicos que le gustaría que tuviera, y si le preguntas qué prácticas sexuales le gustaría llevar a cabo con esa pareja, también podemos encontrar respuestas muy específicas, unas más comunes que otras, y unas más bizarras que otras.

Dentro de la amplia gama de fantasías sexuales que existen en el mundo, hay una gran proporción de ellas que están relacionadas con un elemento presente en la cotidianidad de toda sociedad: el poder.

El poder es un concepto muy complejo, que está presente en todo tipo de relaciones sociales.

La manera en que un hombre y una mujer interactúan, la manera en la que un maestro interactúa con su alumno, la manera en la que un médico interactúa con su paciente, la manera en la que un empleado interactúa con su jefe, la manera en la que un policía interactúa con un delincuente; en todas estas relaciones está presente el poder y el poder es uno de los elementos más proclives a la erotización.

La erotización del poder

Se expresa de maneras muy claras en ciertas prácticas sexuales y en la pornografía. El BDSM, por ejemplo, engloba un conjunto de prácticas sexuales que giran en torno a la disciplina, al bondage, a la sumisión, al sadismo y al masoquismo. Personas que disfrutan ser humilladas, golpeadas, pellizcadas, arañadas, dominar o ser dominadas en juegos de rol.

Todas las relaciones sociales de poder que podamos imaginar (hombre-mujer, maestro-alumno, médico-paciente, jefe-empleado, policía-delincuente…), tienden a erotizarse en el contexto de la sexualidad y frecuentemente se retratan en material pornográfico.

En cuestión de segundos, Google permite hallar películas porno (heterosexuales, homosexuales, ó bisexuales) donde ‘el maestro se folla al alumno, ‘un policía a su prisionera’, o un ‘médico a su paciente’.

Quién domina a quién, cómo se da este dominio, quién se coge a quién, son cuestiones que generan placer y fantasías eróticas innumerables.

Hay material pornográfico que retrata de manera muy tradicional o rígida las relaciones de poder que se dan en la sociedad, es decir, material que replica con exactitud el ordenamiento social tradicional, donde el hombre está ‘arriba’ de la mujer, el maestro ‘arriba’ del alumno, sin embargo, existe también material pornográfico que refleja la inversión de los roles de poder tradicionales.

Un ejemplo muy claro es la práctica sexual conocida como ‘pegging’, donde ya no es el hombre quien se ‘coge’ a la mujer, sino la mujer al hombre utilizando un dildo con un arnés.

El ‘lado reverso’ del poder también genera fantasías sexuales, y la popularidad de géneros pornográficos como el ‘pegging’ es prueba de ello.

A la fecha, algunos profesionales de la sexología y psiquiatría cuestionan la salud mental de las personas que experimentan placer sexual con prácticas BDSM o con juegos de roles sin darse cuenta que al cuestionar dichas prácticas sexuales, están cuestionando la manera en la que la sociedad está organizada a través del poder.

Desde que somos niños, crecemos rodeados por relaciones de poder e inevitablemente configuramos parte de nuestra sexualidad a través de ellas.

La patología ocurre en los casos donde la sexualidad queda configurada a través del poder de manera tal en que el individuo sólo se excita forzando a una persona a hacer algo que no desea hacer (como en el caso de una violación, por ejemplo), cuando el individuo experimenta malestar subjetivo con su comportamiento sexual, y cuando el individuo sólo se excita infligiendo daño físico que puede poner en riesgo su vida o provocando daño físico que puede acabar con la vida de alguien más.

Más allá de estos casos, donde se viola el principio de consentimiento mutuo, donde hay malestar subjetivo o donde la vida de un individuo está en peligro, las prácticas sadomasoquistas no tienen por qué caer en el espectro de la enfermedad mental.

Contextos sociales-culturales

El machismo y la homofobia constituyen ideologías de poder que han moldeado de formas muy dañinas a la mayoría de las civilizaciones, pero también han moldeado el erotismo de homosexuales y heterosexuales por igual.

Hasta qué punto es sano permitir que el machismo y la homofobia adquieran formas eróticas en la cama cuando en la vida cotidiana están detrás de problemas sociales como la violencia y la discriminación, es un cuestionamiento válido y necesario.

Este cuestionamiento se relaciona, por ejemplo, con críticas que algunas feministas realizan hacia expresiones que desvalorizan la feminidad como ‘puta’ o ‘zorra’ y que son utilizadas en juegos de dominación erótica, o con críticas hacia el ‘pegging’, en el sentido de por qué una mujer necesitaría ponerse un dildo de plástico para “cogerse” a un hombre, ya que esto refuerza el valor simbólico del falo en detrimento de la feminidad y de la persona receptiva (sea hombre ó mujer).

Entonces ¿El BDSM y los juegos eróticos de poder son sólo expresiones de placer inofensivas, o si en algunos casos son reflejos metafóricos de mecanismos negativos de poder social?

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Recent Comments (4)

  1. Bueno a mi en lo particular…
    Bueno a mi en lo particular nada de eso pero si les contare que una mes muestras una mujer me besaba y tan solo con besarme mi hizo eyacular en mi pantalón

  2. Mi fantasía es d tipo “si no…
    Mi fantasía es d tipo “si no haces lo que quiero no haré o no te daré lo que tú necesitas la mujer debe ser casada no mayor de 30 y ser una buena esposa sin tatuajes ni elementos radicales no disfruta del acto no gime de placer pero tampoco se le hará daño físico aunque su agresor la trate como un objeto,el trauma si lo hay debe ser moral y su agresor puede incluso ser un donnadie un hermitaño labriego mayor de 50 en mi fantasía puede que ella sea una víctima que tomo la iniciativa de negociar por necesidad o acepto después de varios intentos que el agresor propuso pero definitivamente ella uso el sexo como salvoconducto… Es una fantasia ojo y solo ahy tiene propósito, en la realidad soy un caballero las damas? será que soy normal o seré un enfermo?

    1. Hola, Carlos, totalmente…

      Hola, Carlos, totalmente normal ? Gracias por compartir tu fantasía con nosotr@s. La mayoría de las personas las tienen, cada quien de manera distinta, pero esto no significa que las quieran volver realidad, así que experiméntala sin culpas. Si un día encuentras una pareja que, con CONSENTIMIENTO (https://hablemosdesexo.com/amor-y-relaciones/que-es-el-consentimiento-sexual) y reglas, te ayude a cumplirla, qué mejor, ¿no? Mucha suerte. Si necesitas mayor orientación, dirígete a https://hablemosdesexo.com/consigue-ayuda.

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