Los hombres beta controlarán el mundo
La tradición popular y la mala ciencia han determinado que existen dos tipos de hombres: los alfa y los beta.
Los alfa –unos ejemplares seguros y musculosos, siempre tienen la respuesta lista y la mirada en la meta– y los beta –sujetos mucho más tímidos, son más ‘escasos’ de soluciones y hasta algo enclenques–.
Hollywood tomó de Iam Fleming, el macho alfa básico del cine: James Bond. Los beta están en todos lados, pero hablemos por ahora de Chandler de Friends para estar todos en la misma página.
Existen centenares de artículos e investigaciones que tratan el caso del ‘macho alfa’ en los humanos, donde nos centraremos hoy. Dejemos por ahora la zoología de lado, con el riesgo de no incluir en este artículo a todas las personas que conocemos, pero en algún lado hay que trazar la línea. No serán extrañados, probablemente.
A principios de este diciembre una investigación de la Universidad de Pensilvania concluyó que los hombres y las mujeres tienen cableados cerebrales diferentes. Mostraban datos sólidos tras analizar a 949 personas, pero igual el debate –aún en la comunidad científica– sobre si era o no una investigación válida se encendió.
Si no podemos siquiera estar de acuerdo en estas distinciones entre hombres y mujeres, ¿cómo vamos a lograr hablar de ‘tipos’ de hombres?
Pero bueno, el mundo está hecho de teorías diferentes y existen opositores para todo… desde la realidad del calentamiento global hasta el sexo oral. Sigamos con los alfas y betas, por ahora.
Yo digo que los betas controlan (o controlarán) el mundo. Los alfas –asegura el libro de Kate Luderman y Eddie Erlandson ‘Síndrome del macho alfa’– son el 75% de los ejecutivos de alto nivel en el mundo. Ya nos ganaron, ¿cierto? Yo creo que no.
Una persona llena de respuestas, llena de control, no siempre es la mejor opción.
Yo prefiero alguien con preguntas, con dudas (y con ánimo para quitarse la interrogante, claro). No me imagino a Da Vinci como un seductor musculoso. Aunque pensándolo bien, la imagen está cómica y ya sabríamos que la Monalisa sonríe porque la sonroja el pintor. Lo dejo a criterio de cada quien.
¿A cuál de los dos presentarle a los papás?
‘Ay, el alfa me dará unos genes divinos…’, diría una. ‘Pero son mujeriegos’, diría otra. Yo creo que ambas están igual de equivocadas. Ser alto, guapo y seguro de sí mismo no es equivalente a que termine en otra cama, y esto naturalmente también es aplicable para las mujeres. También son necesarios los alfas, claro. Y las alfas.
General Motors nombró a la primera mujer que presidió una gran industria automotriz en Estados Unidos y el New York Times publicó un reportaje sobre hombres que se quedan en casa mientras sus esposas ganan millones en Wall Street. La sociedad siempre va a necesitar líderes. El problema es cuando descalificamos a quienes no toman el toro por los cuernos, sino que prefieren evitarlo del todo y buscar una solución B al problema de que hay-un-toro-en-mi-camino.
La felicidad, asegura un estudio de Harvard que analizó durante 75 años a los graduados entre 1938 y 1940, se resumen a una palabra: amor. Cursi, pero simple ciencia en acción. No hay recetas para combinar alfas y omegas en probetas o tubos de ensayo: la felicidad es un ejercicio diario que más dependerá del clic íntimo que de si nuestra pareja califica como la ideal según algún un test de compatibilidad.
No le creas a esas absurdas divisiones, lo que hay que hacer es tomar una pala y abrir camino. No me creas a mí, pero si tienes dudas, escribe en el foro de Hablemos de Sexo y Amor.
Recuerda que te compartimos diferentes puntos de vista, que no necesariamente representan nuestra postura, la decisión final la tomas tú.