
Los hombres que reciben palo
¿Estamos listos para ayudar a un hombre agredido? Tal vez sí estemos generando espacios, o al menos en ciertas sociedades, para hablar de estas experiencias.
Así como para el amor habrá miles de variantes, también lo hay para la violencia, y cuando se encuentran los dos en el camino y los golpes se producen dentro de una relación, se multiplican las posibilidades.
En la mayoría de los casos las víctimas son mujeres (ejemplos lastimosamente sobran, desde la amiga de una amiga hasta la ex compañera de clase), pero también se da un fenómeno “opuesto”: los hombres que reciben los golpes.
¿En defensa propia?
Es una situación compleja, claro, porque ¿por qué tendría que pegarte tu pareja? O tu novio o tu esposa o, en las parejas homosexuales, los hombres que agreden a hombres y eso tiene todavía mucha menos visibilidad.
Pero quedémonos un rato en las parejas heterosexuales. ¿Qué le hizo pegarte? Instituciones como la Red Uruguaya contra la violencia sexual y doméstica aseguran que este tipo de violencia se trata comúnmente de autodefensa.
Ah, entonces los hombres lo merecemos. No hay problema… ¿o lo hay? Los datos indican que sí hay casos donde los hombres reciben “palo”, son víctimas de la violencia. Una encuesta nacional realizada en 2011 en Estados Unidos, llamada National Crime Victimization Survey, señaló que casi el 20% de las personas que habían reportado algún tipo de violencia de pareja eran hombres. De estos, poco menos de la mitad también podía ser catalogado como “violento” con su pareja.
Hombres vapuleados
En un caso más cercano para nosotros, los latinos, un informe de los Carabineros de Chile de 2006 señala que el 8.6% de las denuncias de violencia doméstica vienen de hombres. ¿Cómo vamos a ignorar eso?
Y sí, es un hecho, hay casos en que los hombres reciben golpes porque antes ellos pegaron. Pero no son todos. ¿Y qué hacemos con los demás?
La institucionalidad está diseñada -razonablemente- para asistir a la mujer en actos de violencia. En muchos países hay grandes institutos y hasta ministerios para buscar remediar problemas de género, incluida la violencia contra las mujeres, pero hay pocas opciones claras y concretas sobre dónde puede acudir un hombre. Muchos no saben que en estos mismos institutos o ministerios pueden hallar su respuesta.
Prejuicios
Y es que seamos sinceros. Si un hombre es agredido en casa, sea física o psicológicamente, le será complicado acercarse a una estación de policía para denunciar a su pareja.
Imaginen la burla de un uniformado (similar a la que debe sentir una mujer, no tengo duda) y la ridiculización que debe sufrir un hombre que sufrió la agresión de su pareja: ¿Tu mujer te pega? ¿Eres marica?
Nuestro “cableado” como sociedad parece que no está listo para aceptar estas denuncias. El problema de fondo, creo, no es ése: es que todavía en nuestra sociedad existen individuos, hombres o mujeres, que creen en la violencia física o psicológica como mecanismo para lograr algo. Para terminar un problema, ganar un argumento o vengarse por un recuerdo.
Aumento de denuncias
Es un tema, lamentablemente, serio y que va creciendo. El mismo estudio gringo que señaló en 2011 que casi 20% de las víctimas de violencia eran hombres, había apuntado que en 1977 esto correspondía a apenas el 3%. Es decir, se reportan más casos.
¿Qué puede estar pasando? Que conforme se levantan algunos tabúes, unos cuantos hombres han decidido salir a contar su historia, tal como ha sucedido -por suerte- con muchísimas mujeres. Es decir, toca replantearse lo anterior: ¿Estamos listos para ayudar a un hombre agredido? Tal vez sí estemos generando espacios, o al menos en ciertas sociedades, para hablar de estas experiencias.
Entretanto, lo mejor es no callar: un golpe, un grito a todo pulmón, una constante desvalorización no son normales. Merecen, como todo tipo de violencia, la denuncia y el repudio.