La ‘sensualidad’ del baile
Hay quienes piensan que el moverse bien en la pista de baile implica un desempeño superior entre sábanas.
A bailar para atraer
En una de las fiestas de colegio, el padre de un amigo mío nos ofreció una cerveza y compartió con algunos del grupo su sabiduría de cuarentón: ‘Si no son guapos, millonarios o tienen un habla impresionante, tienen que saber bailar’. Esto último, claro, para poder atraer a las chicas, que en esa época adolescente crecen más rápido que nosotros y veían con ojos de enamoradas a los mayores.
Muchos del grupo tomamos nota. Hay ciertas cosas que se aprenden en la vida por instinto, pero son pocas. La mayoría requiere algo de práctica (quitar el sostén en un movimiento rápido de una mano) o dar el paso para comunicarse con alguien más (¿te gustan o no los besos en el cuello?) Bailar fue un punto medio: si lo tenías, bien, pero había que potenciarlo. Si no, pues a aprender.
¿Qué hace tan importante bailar?
Esto tiene orígenes biológicos desde los siglos de los siglos. Basta con revisar la evolución de las especies, los habitantes del reino animal y los mecanismos disparatados para hacerse notar (quién no ha visto esos documentales donde muestran las danzas de cortejo de aves exóticas). De algún modo, el me-muevo-bien-en-la-pista en los seres humanos también implica un cortejo y una demostración de nuestro desempeño sexual y capacidad de procrear.
Un equipo de investigadores de la universidad británica de Northumbria University, pensaron en el baile y tuvieron la noble idea de sistematizar la ciencia milenaria del chachachá y el merengue para que nosotros, los mortales, podamos aprender. Y resulta que los estudiosos llegaron a varias conclusiones.
Antes de pasar a ellas, me les adelanto y les digo: el baile no es lo mismo para todos. Claramente, el talento para zarandearse al ritmo de electrónico no es lo mismo que para el deslizamiento del ritmo de vals o ese vaivén del merengue, ni qué decir del reggaetón. Cada quien tiene su nicho y se especializa en lo que puede: de ahí en adelante, es cuestión de encontrar el mejor lugar para todos.
Todo baile tiene algo de sexy
Otra pregunta que debemos hacernos: ¿me irá mejor aprendiendo tango que un baile tradicional austríaco? Es que depende qué quieras. Puede que a una alemana fanática de la electrónica le asuste nuestra interpretación de la bachata, pero quede fascinada por el estilo de un berlinés al son de un Dj.
La regla, para todos, es sentir el baile
Ahora, las conclusiones (aplicables a mujeres británicas, así que peguen ojo los que puedan ir a Londres en el futuro o se encuentren una inglesa en el camino). El indicador más básico es que buscan un hombre que “la mueva”. Si no hay un meneo, un compromiso de parte del hombre ni la intención de poner el cuerpo a hacer ‘lo suyo’, algo no calza. ¿Tal vez porque no tiene lo suyo?
Cabeza, cadera o pies
Bueno, a tomar nota. Dice la ciencia que las chicas creen que un hombre es mejor bailarín cuando hay una mejor relación entre el ritmo la variabilidad de movimientos de zonas claves. Es decir: mover el cuello, la cabeza, el torso y la cadera de forma alternada y rítmica.
Punto número 2: según el estudio, aquellos hombres que movían más los pies tenían más posibilidades de ser reconocidos como buenos bailarines (si no pregúntenle a Kevin Bacon, el de la película ‘Footloose’) . Eso incluye la velocidad para mover y doblar la pierna derecha, que, por algún motivo, tiene algo que ver con algo. Solo sigan este consejo (y su instinto).
¿Y si no te gusta bailar?
Allá, en aquellos años cuando todavía estábamos aprendiendo lo que servía y lo que no, unos amigos encontramos una solución buena para quienes aún no ‘la movían’ bien: pedirle consejo a la amiga que sabía bailar y practicar en un ambiente controlado.Primero una prueba de control en un espacio con variables fijas, (uno-dos …uno-dos), sin la morena que nos gustaba a todos, y luego a la calle a ver qué pasaba. Un método preciso. Ven, cómo lo de científicos se lleva en el corazón.