El ocaso de los chaperones
Cuando era un adolescente, era costumbre que los padres dejaran ir a sus hijas al cine o a una fiesta solo si las acompañaba una amiga.
Así pasaron parte de mis años de colegio y siempre pensé que la acción de esos señores tan siglo XX era medio ingenua: si pensaban que una amiga les contaría algo y traicionaría a su hija, estaban mal. ¡Nadie sabe para quién trabaja!
Pero bueno, al mal tiempo buena cara. Luego todo resultó útil: cuando uno de esos suegros iracundos nos prohibió a su hija y a mí vernos, usábamos a esas chaperonas como ‘puntos de encuentro’. Entonces la chica decía que iba a ver una película donde una amiga y allí, efectivamente, nos veíamos.
En América Latina la tradición de las chaperonas está fuertemente enraizada. Y a mí me fue bien con las amigas de mis ex novias. En otros tiempos, hace varias décadas, su lugar lo hubiera ocupado una tía amargada o la clásica viuda que necesita oficio para una tarde. Y ellas no colaboran cuando uno necesita verse a escondidas.
Idea de los franceses
El nacimiento del concepto de ‘chaperón’ es curioso. Tiene su origen en Francia donde la palabra de francés antiguo chaperon significaba algo así como capa. De ahí nació el verbo chaperoner, que significaba cubrir con una capa o un manto y, más tarde, llegó a significar proteger. ¿Cómo se pasó de proteger a arruinar noches? Escapa a mi conocimiento.
Así como evolucionan los idiomas, el francés adoptó pronto chaperon como sustantivo que significaba algo así como ‘escolta’ y luego lo exportó a otras lenguas. En inglés empieza a aparecer por allí del siglo XVI y Jane Austen le da uso, ahora como verbo, en su novela Sentido y Sensibilidad, que fue comenzada en 1796 y publicada 15 años después.
Chaperones de hoy
Nunca me ha tocado salir con un chaperón de verdad. Me lo imagino algo frustrante: un primo necio vigilando siempre de cerca y una chica y yo buscando alguna esquina para, al menos, planear cómo escaparnos. O tal vez algo tipo siglo XXI, con una aplicación para el teléfono o qué sé yo. Los ingenieros ahora son tan ingeniosos y los padres tan inocentes…
Creo que poco a poco va muriendo la tendencia, no estoy seguro si todavía los padres se toman la misma molestia para ‘proteger’ a sus hijas y asegurarse de que su ‘virtud‘ no ha sido dañada. Lo cierto es que una prima o una amiga no harán la diferencia (ya ven, en mi caso, salió perdiendo el suegro) y tal vez solo haga falta confiar un poco en la chica.
Mi ex novia del colegio y yo usamos varias veces ese recurso del chaperón a la inversa, porque nadie sabe realmente para quien trabaja. Después de vernos en casa de su amiga, salíamos juntos por un helado o a caminar por la ciudad, con el corazón saltándonos del pecho mitad por la alegría de pasar una tarde juntos y mitad por la deliciosa adrenalina de lo prohibido.
¿Conoces chaperones en tu entorno o personas que han jugado ese rol en algún momento en tu vida? Comparte tu comentario aquí o en el foro de Hablemos de Sexo y Amor.
Recuerda que te compartimos diferentes puntos de vista, que no necesariamente representan nuestra postura, la decisión final la tomas tú.