Ese ‘no sé qué’ que tienen las mujeres mayores
La relación que mantuvieron Demi Moore y Ashton Kutcher despedazó el, últimamente, débil estereotipo de que la chica tiene que ser menor que el hombre.
Si tengo suerte, tal vez Rachel McAdams me llame para salir algún día. ¿Quién dictó que un hombre debe salir con una mujer menor?
Imagino que empezó hace centenares de años, cuando los matrimonios se consumaban necesariamente antes de cumplir 20 años y solo el hombre podía llevar comida a casa.
Imaginen la escena: en el siglo XII, una muchacha de 18 años se casa con un joven de 13 para descubrir que él es un inútil arando, nunca ha matado una gallina y, para empeorar, todavía no le ha cambiado la voz. Al menos tendrá esa inquietud que a esa edad tienen los adolescentes.
El siglo XXI ofrece otro panorama. Que alguien se case antes de los 20 me parece una apuesta fuerte y la mayoría de mis conocidos cumplirá pronto 25 años sin un anillo en su dedo. Ahora, las mujeres pueden trabajar (con una injusta menor paga promedio por puestos laborales similares, es cierto, pero ya lograremos eso) y, a partir de cierta edad, en una relación ya no se nota quién es mayor y quién menor.
El colmo: llegamos a un punto en que la expectativa de vida para las mujeres es mayor que la de los hombres.
Si ahora me caso con una muchacha tres o cuatro años más vieja que yo, las estadísticas dicen que no estaremos mucho tiempo el uno sin el otro. Pero qué poco romántico hacer planes lapidarios cuando estamos en los veinte.
En la sociedad actual encuentro pocos argumentos válidos para que una mujer tenga que salir con tipo mayores. Apenas se sostiene de pie el argumento del hombre mayor que protege a su novia, porque las mujeres de ahora no son exactamente damiselas esperando a ser rescatadas. ¡Con más frecuencia nos terminan salvando el día ellas a nosotros!
No creo que las relaciones cambien demasiado en los próximos años, pero puede que gradualmente deje de ser raro que una mujer sea cinco o diez años mayor que su novio. No tal vez ser la regla, pero sí definitivamente algo corriente. Y no por Demi Moore, que realmente se puede ir al carajo si piensa poner la moda, sino porque a nadie deberían levantarle las cejas por estar con la persona que quiere. Menos si Rachel McAdams quiere invitarme una noche a cenar.
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