Señales de que tu pareja es machista
‘A mí me gusta el baloncesto, las películas de Tarantino, pero las tareas de la casa no, esas las haces tú porque no me gustan’… ¿Qué?
Las tareas de la casa no le gustan a nadie…
Pero tener ropa y un ambiente limpio sí, mucho. Así que ayer estuve casi diez horas preparándome psicológicamente para poner ropa sucia en la lavadora.
Afortunadamente el número de hombres que creen que la mujer debe tener un rol secundario en la sociedad y relegado al hogar ha disminuido, sin embargo, aún quedan y hacen mucho ruido. Se podría caer en el error de pensar que son las generaciones mayores las que principalmente tienen estos problemas. No es así.
Está demostrado hoy en día que los más jóvenes también están enfermitos de eso que llaman machismo. Aunque se hayan criado en una sociedad donde la igualdad de género forma parte del debate diario, a lo mejor, también los hay quienes han crecido en un hogar donde sus padres tenían una relación bastante desigual.
Cuando una amiga de la universidad se fue a vivir con su novio, que también estudió con nosotras, le costó un mundo que el señorito pusiera lavadoras e hiciera tareas de casa. Y estamos hablando de un chico con estudios superiores y una visión liberal de la vida y la sociedad. Imaginen las personas que no han tenido acceso a conocer nuevas dinámicas sociales. El trabajo que queda es muy grande.
Aún faltan generaciones para que podamos decir que hombres y mujeres estamos a un mismo nivel porque, entre otras cosas, la sociedad espera cosas diferentes de nosotros pero, a su vez, los roles tradicionales de género persisten.
Así que sí. Asumámoslo. Es muy probable que tengamos alguna relación con una persona de tendencias machistas en algún momento de nuestra vida. Lo peor es que, probablemente, ni esté enterada. Y, ojo, porque los machistas son un poco como los racistas, se ofenden cuando se los haces saber.
¿Cómo identificarlos?
Son difíciles de distinguir, sobre todo, porque los primeros signos son percibidos como muestras de protección o cariño. En general, podríamos decir que puedes sospechar que un hombre tiene tendencias machistas muy marcadas cuando:
- Toma decisiones por ti sin preguntarte.
- No se interesa por tus aspiraciones personales.
- Habla especialmente mal de sus ex novias (algo que siempre he pensado es de muy mal gusto por parte de cualquiera)
- Tiene una visión del sexo femenino muy sesgada, mala, pues.
¿Y ahora?
Bueno, una vez que te das cuenta que tienes un machista por novio, hay dos opciones: salir corriendo de esa relación o quedarse e intentar ‘arreglarlo’ (esto suena fatal pero denme un tantito que me explique).
Lo admito. A mí me resultaría imposible o, al menos, muy difícil. De hecho me pasó, mi ex novio intentó convencerme de que cuando viviéramos juntos, él no iba a hacer absolutamente nada. ¿Qué pasó? Bueno, acabo de empezar la frase con ‘mi ex novio’, ¿no? Se ganó el título al día siguiente.
— ¡Por eso está más sola que la una! – grita un señor al fondo.
—Sí, exactamente.
Aunque depende de cada una. Entiendo que es muy difícil tener una relación con alguien si ambos tienen ideas tan diferentes de lo que supone una relación.
Ahora viene la opción dos, la complicada. ¿Es simplemente alienarnos y discriminar la solución? ¿Será que mezclar feministas con machistas puede traer algo positivo? Ahora estamos en esa transición entre relaciones desiguales y relaciones igualitarias.
Quizás esto es algo por lo que tenemos que pasar y está en nuestras manos amoldar esas percepciones erróneas y darle una nueva forma a lo que ellos consideran que es una pareja.
Pero, ojo, que entendamos que la pareja tiene tendencias machistas (‘pobrecito él, no tiene la culpa’) no significa que tengamos que aguantarle todo. Es más, estas batallitas que pasan en la casa son igual de importantes que las que pasan en el Congreso o en los juzgados. Retwittear carteles reivindicativos es muy fácil, pero decirle a alguien que quieres ‘esto sí que no’ es lo difícil.
Problema resuelto
¿Quieren saber cómo mi amiga solucionó su problema de la lavadora? Presión personal y de amistades más evolucionadas fue de gran ayuda, pero también mucha paciencia y comunicación, sobre todo, para transmitir a su novio lo que consideraba era importante para cambiar su dinámica de pareja (‘hoy lavo tú, mañana yo, de a turnos no es difícil’).
Que si a veces sale todo rosado porque se colaron las bragas de la otra noche, no importa. Al final, el cambio de actitud y las ganas de progresar en igualdad, hacen que todavía sigan, ahí juntos, a su particular manera.