Mi novio rubio y bisexual

By Gabriela on 27 mayo, 201317 febrero, 2022

Cuando empezamos a salir con alguien vamos descubriendo poco a poco cosas de su vida, algunas nos encantan y otras menos. Que si no le gusta el jazz, que es bisexual, que es fanático del fútbol, … un momento. ¿Que es bisexual, dijo?

Cuando tenía 12 años, estaba viendo con mi familia una serie de televisión donde la protagonista se planteaba salir con un hombre bisexual, pero lo rechazó porque nunca podría confiar en que no mirara a otros hombres.

Mi abuela estaba totalmente de acuerdo

– Pero, vamos a ver. Si le va a ser infiel, ¿qué importará que sea con un hombre o con una mujer? – le respondí inocentemente.

Mi abuela puso el grito en el cielo y la anécdota pervivirá en mi familia durante generaciones. Claro, poco sabía yo entonces que no se trata de genitales, sino de amor propio. Porque – según dicen – no es lo mismo que tu novia se ‘vuelva’ lesbiana o que tu novio ‘resultó que era’ gay. No es una infidelidad común.

La pregunta siempre está ahí: ¿qué hice mal para que cambiara de gustos?

Sobre todo porque: ¿cómo te comparas? Cuando me engañan con una mujer puedo saber si lo hace porque ella es más alta, tiene mejores caderas, es más inteligente… ¿pero un hombre? ¡Eso es competencia desleal!

Claro, no nos damos cuenta de que no es una cuestión de nuestro orgullo sexual, sino SU vida privada, que es independiente a la tuya.

¿Por qué nos tomamos los gustos de otros de forma personal?

Pensando en esta entrada me di cuenta de que tenía relación con otras que he escrito: mi ex es gay y cuánto hablas de tu pasado con tu nueva relación. En ambas llegaba a la conclusión de que el hecho de que tu ex sea gay no es tan malo y de que el pasado de tu pareja no tiene tanta importancia. Soy una joven 3.0.

Siguiendo esa lógica no debería importarme tanto que una nueva conquista se presente abiertamente bisexual. ¿Es así? Honestamente, no. Para qué voy a mentir y hacerme la evolucionada. Una cosa es que la homosexualidad de mi ex me pille por sorpresa una mañana y otra es que me vengan avisando y yo erre que erre con que tiene el pelo rubio. Y a ver quién aguanta a esa madre interior que nos dice: ¡es que te lo dije, no escuchas, cuándo aprenderás!

Otra cosa es el pasado, que pasado queda y olvidado está. Pero un momento, ¡porque en ese pasado había un pene! Y, ¿por qué ya no lo hay? Y, ¿tengo yo que hacer algo para suplir ese ‘vacío’?

– Es que yo no me enamoro de sexos, yo me enamoro de personas.

Es la respuesta estándar

Quede claro que la bisexualidad me parece muy práctica, tienen un mercado más amplio donde actuar, ¿se imaginan multiplicar sus futuras parejas sexuales por dos? A priori no suena mal…

Sin embargo, es una etiqueta que cuesta muy caro porque, en realidad, los bisexuales lo tienen muy difícil y aún son vistos como unos degenerados que “le dan a todo”. Además, es otro papelazo para la que se anima…

– Mira esa… ahora sale con uno que todo el mundo sabe que le gusta la banana…

Ojalá lleguemos un día a un mundo donde yo no tenga que escribir estas cosas y mi lógica no se vuelva contra mí porque, a fin de cuentas, sí somos personas, no sexos, y el pasado no importa.

Honestamente no sé lo que haría si se me planteara la situación, pero sí diría que rechazar a un chico que te gusta y con el que te sientes bien sólo porque ha tenido novios y te puede engañar tanto con un hombre como con una mujer, me parece una estupidez. A fin de cuentas, también puedes ser la que no sale con nadie y se va a quedar solterona. Tranquila, la sociedad no tendrá problemas para buscarte otras etiquetas.