Hijos de parejas homosexuales
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Parejas del mismo sexo: ¿Cómo criar a mis hijos?

Cuando hablo con amigos sobre sus posibles hijos, siempre hay una pregunta que emerge: ¿qué harían si uno de ellos fuera homosexual? ¿O si tu hija te dijera que es lesbiana? Casi siempre responden que los amarían, sin importar su orientación sexual. Eso sí, muchos me han dicho, odian el mundo en que crecerían, porque saben que les hará daño.

El otro día estuve en una conferencia sobre familias sexualmente diversas y en varias de las charlas surgió una pregunta similar: ¿cómo será el futuro de mis hijos? La respuesta es complicada, pero en el evento emergió una solución, que ya tratamos en Hablemos de Sexo y Amor: La mejor manera de garantizar un futuro para nuestros hijos es apoyarlos.

Pero, en la conferencia también fueron más allá. ¿Pueden mis hijos homosexuales tener una familia feliz? Y, para los gays y lesbianas presentes, la pregunta en el aire era si lograrían cumplir su sueño de tener una pareja, criar hijos y formar un núcleo familiar con amor, educación y seguridad.

Una respuesta consistente emergió de la conferencia: sí.

“En el colegio hemos hecho evidente que somos lesbianas y que somos madres”, me contó Tania Irías, una activista nicaragüense que conocí en la VI Convención Internacional De Familias Por La Diversidad Sexual.

Ella es profesora de educación preescolar y tiene un hijo de 8 años, hijo biológico de su actual pareja. Hasta los tres años, relata ella, decían en la escuela que ella era una “tía” pero ya lograron también salir de ese clóset.

Intenté colocarme en sus zapatos. Si ya debe ser difícil criar niños siendo una pareja heterosexual, con bullying escolar y las crisis eternas que pasan los jóvenes, sumarle además que tus profesores y compañeros te discriminen por tus padres debe ser un infierno. ¿Qué haría yo en su posición? Imagino que tomaría medidas para reducir el daño, ojalá a cero.

Eso hicieron, de una manera u otra, muchas madres y padres con quienes hablé en la conferencia.

“Lo primero que hicimos fue hablar con la directora de la escuela para decirle que esta era nuestra familia, con dos mamás”, dijo la mercadóloga Nisa Sáenz durante una exposición.

Por más precauciones, siempre habrán complicaciones. Sáenz contó que el sistema educativo no está preparado para atender a estas familias y, por ejemplo, no supo cómo responder ante dos mamás en el Día del Padre. Ella vive con sus tres hijos y su esposa Christine, de nacionalidad suiza.

Incluso el sistema legal del país pone trabas: cuando vivían en Suiza, ellas estaban legalmente casadas. El Estado costarricense no reconoce su unión y, para efectos legales, los hijos están inscritos a nombre de ella y su esposa no es nada de ellos.

“Si yo me muero, ¿qué pasa con mis hijos y qué pasa con Christine?”, dice la costarricense. Ella rescata, eso sí, el apoyo de su familia: “Mis papás ya habían perdido la esperanza de tener nietos”.

Sáez destaca una realidad demográfica como aliada natural: en Costa Rica, solo el 40% de las familias son “tradicionales” con papá, mamá e hijos. Sea madres o padres solteros, padres homosexuales, hijos con abuelos o cualquier otra combinación, la diversidad familiar también gana terreno.

Por ejemplo, el líder juvenil Ocliver Rojas cría a su hija junto con la madre de él. Rojas asumió la custodia legal de Sofía y confiesa que inicialmente tenía prejuicios sobre cómo asumiría la sociedad que un hombre homosexual y soltero se hiciera cargo de una niña.

“He tenido muchísima aceptación y muchísima gente incluso se ha concientizado”, apunta el costarricense.

Tras la experiencia de criar a su hija y convivir a diario con personas en su comunidad y en las organizaciones a las que pertenece, cree firmemente que la mejor cura para la discriminación son las familias que representan un caso de éxito.

“Vos solamente podés eliminar estos estereotipos mostrando una historia exitosa y donde la niña se pueda desarrollar”, explica.

Pero, también me imaginé del otro lado. Si los padres tienen que enfrentar estos obstáculos, pequeños o grandes, para formar una familia con madres o padres homosexuales, ¿qué están pasando en las escuela? La respuesta de las personas con quienes hablé fue contundente.

“Los seres más llenos de prejuicios son los adultos; los niños son mucho más abiertos”, me dijo Irías. A su hijo le preguntaron una vez si tenía dos mamás, él dijo que sí y ahí murió la cosa. Lo ven como algo natural.

Yo me pregunto, entonces, ¿qué pasará en unas décadas con estas generaciones de niños que están creciendo desde la escuela aceptando la diversidad sexual? Hay días, como este, en que le tengo fe a la humanidad.

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