La marcha atrás

By Redacción Hablemos de Sexo y Am on 1 junio, 201217 febrero, 2022

Ni eficaz ni divertido. El equivalente sexual a irse de una fiesta cuando ponen la mejor música. El denominado “coitus interruptus” consiste, básicamente, en que el hombre retira el pene de la vagina justo antes de eyacular.

Practicado como método anticonceptivo, en realidad el “coitus interruptus” tiene más riesgos que ventajas. Consiste en la retirada del pene justo antes de la eyaculación para que los espermatozoides no penetren en la vagina. Esto conlleva la interrupción del orgasmo masculino y es, en realidad, tan sólo una forma de disminuir un poco el riesgo de embarazo y aumentar mucho la transmisión de enfermedades venéreas.

Una retirada a tiempo…

Para que el método sea efectivo, la retirada del miembro tiene que hacerse justo antes de la eyaculación, es decir, en el momento del orgasmo. La eyaculación masculina se produce en dos fases:

– En la primera, la próstata, las vesículas seminales y las glándulas de Cooper se contraen y vierten en la uretra interna sus secreciones, incluyendo espermatozoides. Esta fase es percibida con la sensación de que la eyaculación es inminente y coincide con las primeras compulsiones orgásmicas. En la mujer, equivale a la primera contracción vaginal.

– La segunda fase empieza entre 2 y 4 segundos después de la primera. Se contraen los músculos que rodean la uretra y se expulsa el semen por presión. Ese momento de la sensación del inicio del orgasmo es la única señal que advierte a los hombres que van a eyacular y disponen de menos de dos segundos para reaccionar y realizar, como dicen los italianos, “el salto de la codorniz”, o los holandeses, “salir de la iglesia antes de cantar”.

Obviamente, también se puede parar antes, cuando las contracciones orgásmicas son intensas pero aún no se ha tenido la sensación de la eyaculación. Claro, hacerlo en este momento supone un gran anticlímax.

Riesgos

Los dos grandes preconceptos sobre el coitus interruptus son: primero, que sólo una eyaculación profunda origina un embarazo; segundo, que el hombre puede controlar la eyaculación.

El principio es muy claro: la penetración vaginal, con o sin eyaculación sin importar la duración, conlleva riesgo de embarazo y el propio mecanismo de la eyaculación dificulta la retirada.

En realidad, aunque las intenciones sean válidas y el hombre quiera controlarse, la eyaculación no es un proceso voluntario sino un acto reflejo, no se puede iniciar ni frenar a voluntad. No hay otro aviso más que las primeras sensaciones orgásmicas que son, por otro lado, el objetivo y momento cumbre del coito. No hay tiempo para disfrutarlo pues, al menor deleite, no podrá evitar eyacular parcial o íntegramente dentro de la vagina.

En muchos casos, el embarazo también se produce incluso por unas gotas del “líquido preseminal”, expulsado por el pene durante la erección y cuya función es favorecer la lubricación y limpiar la uretra. Este líquido puede tener espermatozoides activos que, si la mujer está en periodo de fertilidad, hacen más que posible el embarazo.

Estas gotas de líquido preseminal no tienen necesariamente que emitirse en los segundos previos a la eyaculación sino que puede ocurrir cuando el pene entra en erección y, al no venir acompañadas de la sensación de orgasmo, el hombre no se da cuenta de ello. También contiene restos de coitos anteriores, por lo que, si hay dos penetraciones consecutivas, en la segunda hay más posibilidad de que el líquido esté cargado de espermatozoides activos.

Fiabilidad

La marcha atrás es utilizada por muchos jóvenes como sistema anticonceptivo de rutina. Sin embargo, no es fiable en absoluto y el riesgo tanto de embarazo como de transmisión de ETS es altísimo, pues no hay ninguna barrera.

Hay personas que han utilizado este método durante años y les ha funcionado, lo cual también es posible. Sin embargo, es un método que escapa totalmente a nuestro control pues depende de muchos factores aunque es más fiable en los días menos fértiles de la mujer.

“Pull and pray”, llaman los ingleses a la marcha atrás: Tira y reza, y puede que éste sea el mejor consejo.

Placer – presión psicológica

El acto de “echarlo fuera”, como se conoce en países de América del Sur, requiere gran control por parte del hombre y obliga a la pareja a estar pendiente de cuándo se produce la eyaculación. En vez de disfrutar de la actividad sexual y dejar que las sensaciones orgásmicas vayan creciendo te obligan a interrumpir el mejor momento y, como dicen en Cuba, “te dejan en eso y con deseos de aquello”.

Un problema que, a la larga, puede incluso generar dificultades para excitarse o llegar al orgasmo. En el hombre, crea una gran frustración estar siempre pendiente, mantener el control y tener que abandonar cuando está “más a gusto”. Tampoco para la mujer es agradable, el miedo a que la pareja no reaccione a tiempo hace bastante poco habitual la presencia del orgasmo.

Además, el miedo y la angustia se prolongan unos cuantos días hasta la llegada de la próxima (y esperadísima) menstruación. En estos días, la mujer entra en un círculo vicioso, pues el estrés de no saber si está embarazada o no puede provocar retrasos en el ciclo menstrual. Por ello, ante cualquier retraso lo mejor es acudir al médico y salir de la duda.

Si a pesar de ello, decides practicar la marcha atrás:

– Tras el “coitus interruptus” no se recomienda tomar la píldora del día siguiente

– No hacer lavados intravaginales

– No hacer uso de esta práctica en días de elevada fertilidad

Por ello, la recomendación es utilizar un buen método contraceptivo que nos de mayor seguridad y permita disfrutar con la tranquilidad necesaria de las relaciones sexuales.