Ilustración_Una mano tomando un DIU
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El acto de fe del DIU

Si tu chica te asegura que lleva el Dispositivo Intra Uterino, pero no estás muy seguro, ¿Qué harías? El manual del sexo en el siglo XXI (ojalá que no exista nunca tal cosa, por favor) indica claramente que el protocolo a seguir para protegerse en un encuentro sexual relativamente fortuito es el condón.

Es un acuerdo, digamos, que pone las cartas sobre la mesa: ni yo te voy a pegar un bicho, ni tú a mí. Y, además, prevenimos traer al mundo un crío, que de todas formas somos demasiado.

El látex se convierte en una garantía recíproca que no requiere un acto de fe. Es como llevar un abogado a que inspeccione la compra de una casa: engorroso, pero necesario. ¿Por qué? Porque ambas partes saben lo que están haciendo. Un condón es lo más transparente del mundo.

En la otra acera, donde sí es necesario un mínimo de confianza, están los mecanismos como el Dispositivo Intra Uterino, conocido por sus siglas DIU. Es complicado creerlo y nadie lo aceptaría como una garantía en la primera o segunda noche juntos. Al menos yo no. Es un riesgo grande.

Más adelante en la relación, si ella insiste (“guarda eso, que tengo un DIU y no necesitamos condón”) podrían empezar a evaluarse. Bueno, ¿qué tan importante es para mí este tipo de seguridad? Si es importante, ¿le creo que tiene un DIU? Es decir, hermano, la pregunta de los diez millones es si la chica es de fiar. Si ya están en una relación más cocinada, la respuesta debería ser sí.

En sí, el Dispositivo Intra Uterino sí es efectivo. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud determinó que tenían una tasa de error acumulativo para 12 años del 2,2%, lo que lo hace un poco más seguro que tratamientos como cortar las trompas de falopio sin removerlas. Es decir, funciona.

Ahora, cosas a tomar en cuenta: el DIU o las pastillas anticonceptivas (que también son un acto de fe, a menos que conozcas a la chica) solo cubren uno de los dos inconvenientes clásicos del amor joven: el embarazo no deseado.

Todavía quedan de lado la gonorrea y su pandilla.

Una solución sencilla es un examen médico que permite descartar la presencia de infecciones de transmisión sexual.

Ésa, claro, no es una opción para una salida casual. Nadie anda en su billetera con un certificado de estar libre de infecciones y, de hecho, creo que es mejor así. Sería extraño hallar a alguien que sí lo hiciera. A falta de ese paso en el protocolo (ubicable, creo, entre el momento en que alguien saca un condón y en el que lo ponen) no queda más que recurrir al látex para la batallas diarias.

La fe, como todo lo bueno, se reserva para ocasiones especiales, cuando ya haya más tiempo para conocerse y saber un poco más de la persona. El sexo debe ser seguro, pero también debe ser placentero: si una chica te dice que tiene el DIU pero no estás muy seguro, vas a pasar el resto de la noche (y tal vez el mes) angustiado por lo que pudo haber pasado. Mejor, para vivir en paz y que el látex sea la moneda de cambio hasta que la confianza crezca. Y ahí sí: con los estudios médicos y los anticonceptivos del caso, provecho.

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