Cepillo de dientes en fondo azul.
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El urólogo es el nuevo dentista

De niños, todos tenemos fobia a los dentistas. Menos los masoquistas y quienes llegaron a estudiar odontología, que es casi igual.

Ahí el origen de los trucos: guantes de colores, confites (sin azúcar, obvio), narices de payaso o peluches.

Cada profesional tiene su secreto para sobornar a un infante a abrir la boca para poder verle los dientes, pero eso no deja de hacerlo terrorífico.

Para los hombres, cuando crecemos, el urólogo es el nuevo dentista. Menciónelos y verá hasta el más musculoso temblar, porque suena peor que un taladro en la muela o la vacuna de hepatitis B. ¿Dónde le firmo para regresar al consultorio odontológico?

Hagan la prueba. Simulen una conversación relativamente seria sobre salud con un hombre, hablen algo de lunares que deben quitarse, del cáncer de garganta por fumar y de piedras en los riñones. Después suelten la-palabra-de-la-u y véanlos morir en cámara lenta.

Es natural sentir desconfianza. Primero, porque golpea el mito de infalibilidad masculina al suponer que el pene puede fallar.

‘No, que mi pene es de macho y no necesita doctorcitos que lo vean’, pensarán algunos.

Y, claro, está el asunto de permitir que otro tipo te manosee los testículos, que no siempre es fácil.

Lo vital: ese médico puede salvarte la vida. Igual, no hay mucha ciencia al respecto. Hablas un poco de tus antecedentes urinarios, el urólogo -con guantes- te hará una revisión visual y manual de tus genitales y finalmente, la parte que a muchos les parece más complicada, la exploración rectal.

Ok, es cierto. Suena mal. Probablemente también sea algo incómodo. Pero si comparamos un par de minutos de exploración rectal con un cáncer de próstata no detectado a tiempo, me quedo con la primera. La vida sigue si me tocan el culo, pero no si mi pene se me quema por dentro.

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Hay varias señales que deberían ser vigiladas. El crecimiento de la próstata, problemas para orinar (desde exceso de orina hasta un hilito que no sale), complicaciones con el prepucio o cambios de tamaño o forma en los testículos. Es como un dolor en una muela, que se cura más rápido si pasamos media hora al consultorio.

Yo siempre odié a los dentistas. Los odio todavía y odio las inyecciones. Hace poco me puse la antirrabia porque me mordió un perro y odié al animal el doble por tener que recibir la vacuna, pero son cosas necesarias. De niño fui contra mi voluntad al dentista y creo que gracias a eso todavía no he tenido una sola caries. Espero poder llegar a los 80 y decir que, por mis visitas al urólogo, siempre tuve controlada la salud entre mis piernas.

¿Y ustedes, se han planteado ir a un urólogo para hacerse un chequeo, le temen o es mi imaginación? Escríbanos en el foro de Hablemos de Sexo y Amor, queremos conocer sus opiniones.

Recuerda que te compartimos diferentes puntos de vista, que no necesariamente representan nuestra postura, la decisión final la tomas tú.

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