De lo heterosexual, bisexual y asexual
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De lo heterosexual, bisexual y asexual

Hace más de 50 años, el legendario sexólogo Alfred Kinsey creó una escala para esquematizar el continuo de la orientación sexual humana.

Kinsey creó una escala de siete puntos a partir de entrevistas que realizó a más de 10,000 personas en Estados Unidos para conocer sus historias sexuales. Va de lo exclusivamente heterosexual (0) hasta lo exclusivamente homosexual (6), pasando por diferentes tipos de bisexualidades.

De estas personas, fueron pocas las que él pudo considerar como 100% homosexuales o 100% heterosexuales, ya que la mayoría de ellas reportaron algún deseo, comportamiento o pensamiento tanto homosexual como heterosexual, en diferentes porcentajes y proporciones a lo largo de su vida, desde lo incidental hasta lo predominante.

Por ejemplo, de acuerdo a la escala de Kinsey, se puede catalogar a un individuo como:

  • Predominantemente homosexual e incidentalmente heterosexual
  • Predominantemente heterosexual y más que incidentalmente homosexual
  • -Homosexual y heterosexual (completamente bisexual)

Kinsey; sin embargo, también encontró que un pequeño grupo de personas que entrevistó no reportaban ‘contacto o reacción sexual alguna’, es decir, eran personas que no reportaban atracción sexual hacia personas de su mismo sexo o del sexo opuesto. Hoy en día, a este grupo de la población se le ubica bajo el concepto de ‘asexualidad’.

Asexualidad: una definición

Nunca había creado un diálogo a fondo sobre la “asexualidad” y mucho menos había conocido a alguien que se identificara como ‘asexual’ hasta que conocí a Johanna Villamil, que desde el principio, fue clara y concisa:

La asexualidad se refiere a la falta de atracción sexual hacia otras personas.

Esta falta de atracción sexual, cabe mencionar, no excluye la posibilidad de sentir placer sexual. Una persona asexual puede sentir deseo por el placer, y puede materializar este deseo a través del autoerotismo o a través de una relación sexual esporádica.

La asexualidad no excluye la posibilidad de enamorarse, de tener una relación romántica y de tener hijos.

Este es un punto del que Johanna habló mucho al hacer referencia que la sociedad tiende a asociar erróneamente las relaciones sexuales con el amor, cuando en realidad existen relaciones que solo incluyen el amor sin incluir el sexo o viceversa; en cuanto a los deseos de ejercer la maternidad o la paternidad, éstos son completamente independientes al hecho de tener pareja, como ocurre en el caso de los papás o mamás solteros que tienen hijos por adopción o por reproducción asistida.

Prejuicios y presión social

Como todo grupo minoritario, las personas asexuales crecen rodeados por desinformación, prejuicios y mucha presión social. Durante nuestra plática, Johanna recordó que cuando fue a dar una conferencia a un grupo de activistas LGBT, éstos tuvieron que realizar una pequeña dinámica antes de conocerla. El ejercicio era sencillo, se les pidió que anotaran cómo se imaginaban a las personas asexuales.

El resultado fueron puras imágenes negativas: gente fea, vieja, tímida, sin amigos, vírgenes, etc. Posteriormente, cuando los activistas vieron a Johanna se quedaron en shock. Ante sus ojos estaba una mujer joven como cualquier otra que no cabía en las ideas erróneas que tenían sobre la asexualidad.

De hecho, los asexuales son muy parecidos a una persona LGBT en el sentido de que viven una sexualidad totalmente natural, el problema es cuando se enfrentan a los prejuicios, a la violencia y a la presión de la sociedad.

Así como hay homosexuales que para ocultar su homosexualidad tienen que aparentar que andan con una persona del sexo opuesto, hay asexuales que también ceden a la presión y tienen relaciones sexuales solo para quedar bien ante los amigos, la familia o la pareja.

Johanna, por ejemplo, mencionó que como adolescente creció sin sentirse angustiada o preocupada sobre su asexualidad pero que llegó a tener relaciones sexuales por curiosidad y presión social, para después confirmar que no eran lo suyo y preguntarse si las relaciones sexuales son requisitos necesarios para que una relación romántica dure más o sea más satisfactoria.

A partir de estas preguntas, Johanna comenzó a buscar información en Internet, y encontró el término de ‘asexualidad’, con el cual se sintió identificada. También encontró la Red para la Visibilidad y Educación de la Asexualidad (en inglés: Asexual Visibility and Education Network-AVEN), fundada por el estadounidense David Jay, y así empezó a labrar su camino por el activismo.

Amor y activismo asexual

A nivel de activismo, el movimiento asexual busca, de acuerdo a Johanna, que la educación sexual que reciban los jóvenes no esté centrada en las relaciones sexuales, sino en las relaciones humanas.

Johanna cree que uno de los mensajes más importantes que los jóvenes deben recibir es que las relaciones sexuales siempre son una opción y no una obligación, y que no tiene por qué hablarse de las relaciones de pareja en términos sexuales, entendiendo que el amor, la intimidad y las relaciones sexuales son cosas diferentes.

Al respecto, Johanna me dijo que actualmente está en una relación romántica con un hombre no asexual, con el que disfruta buenos términos de comunicación, negociación y expectativas. A final de cuentas, a Johanna no le genera angustia su asexualidad, ni a su pareja y los dos sienten amor el uno por el otro, lo cual es sumamente importante.

En la última parte de nuestra conversación, le pregunté a Johanna qué le venía a la mente con la palabra amor, y me contestó: ‘Intimidad, romance, emoción, beso, afecto, alegría, tiempo, dedicación, disciplina’.

Su respuesta, en mi opinión, puede ser idéntica a lo que dirían decenas de personas heterosexuales, homosexuales o bisexuales, porque el amor siempre va a ser amor, por más etiquetas y signos de interrogación que desde la ignorancia se le quieran poner.

¿Qué tanto sabes sobre la asexualidad? Si tienes dudas o comentarios, escríbenos.

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