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Se me retrasa el reloj biológico

Tengo 24 años y si alguien me dijera ahora que debo tener un bebé me tiro por la ventana. ¡Pero si recién empiezo a mantenerme yo! ¿Será que nadie conectó la alarma de mi reloj biológico?

Hasta hace algunos años llegar a los treinta sin hijos era lo peor que te podía pasar en la vida.

Ahora todo ha cambiado y un gran número de mujeres de mi edad piensa igual. La tendencia es generalizada: tener un hijo parece el fin de la vida.

Adiós vacaciones, adiós fiestas, adiós amigos, adiós comprar ropa cada mes, adiós rollos de una noche y adiós, en conclusión, a nuestra libertad. Desde este momento estás contratada a tiempo completo para cambiar pañales, limpiar babas, dar de comer y aguantar llantos. Solo que no te pagan.

Las mujeres de nuestra generación tenemos un problema y no lo sabemos, porque esta manía nuestra de no parir ‘a tiempo’ va a costar un retraso generacional y una disminución en el número de hijos. Aunque, si lo pienso bien, las latinoamericanas estamos entre dos polos porque junto a una edad de maternidad de casi 30 años, tenemos el grave problema de los embarazos adolescentes. Y las mujeres de veintitantos no nos damos por enteradas… ¿Dónde estamos?

No seré yo quien diga que esto está bien o mal. Quién sabe, a lo mejor esta locura nuestra de querer trabajar sí nos lleva al fin de la especie o, por el contrario,

ahora cuando tenemos hijos es porque estamos psicológica, emocional y económicamente más preparadas. 

Que conste que no somos solo nosotras, el hombre del s. XXI también ha evolucionado. A ver quién es la valiente que le dice a su novio, de hace un año, que quiere tener un bebé.

Si las jóvenes de hoy en día no estamos emocionalmente preparadas para un hijo, qué decir de los hombres, esos seres que se pasan jugando videojuegos todo el día. Si hace varias décadas buscaban una mujer de caderas anchas con las que construir un hogar, ahora no tengo ni idea de qué buscan, pero sé que decirles que estamos listas para la procreación es como decir ‘quiero llegar virgen al matrimonio’.

 


Hay tantas cosas que hacer, lugares por conocer, personas para amar y metas que alcanzar antes de tener hijos:

Consolidarse profesionalmente, encontrar el hombre ideal, vivir aventuras… Sin embargo, me pregunto: yo ahora tengo buenos amigos, una estabilidad aceptable, una buena vida social. ¿Dejaría todo eso por el milagro de la vida? ¿Es el momento de dar el paso? ¿Tener a mi hijo entre mis brazos compensa toda la pérdida? ¿Realmente se pierde tanto?

Claro que quiero tener hijos, no es que mi reloj biológico no suene. El problema es que aún no veo el momento correcto y retraso la alarma 10 minutos cada vez, como el despertador los lunes por la mañana. Total, ¿uno de los grandes problemas de este mundo no era la superpoblación?



¿Qué opinas de tu reloj biológico, existe, le hiciste caso, ya lo apagaste…? Platícanos en el foro de Hablemos de Sexo y Amor.

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