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Mi visita al ginecólog@: ¿una incómoda necesidad?

Las mujeres nacemos con varias necesidades que desde más o menos los diez años sabemos que tendremos que mantener para toda la existencia: la menstruación, la píldora, la depilación, el maquillaje, las cremas.

Cadenas para atarnos a los convencionalismos sociales o lo que nos hace mujer

Otra de la que no nos salva nadie es que cada cierto tiempo un desconocid@ te abrirá las piernas, te examinará las partes, te meterá objetos metálicos, sacará muestras y no, no tendrás ningún orgasmo. Es: la visita el ginecólog@.

Como las cremas antiarrugas lo puedes intentar atrasar todo lo posible, pero terminarás cayendo. Le tenía pánico. Bueno, no era tanto miedo como que me parecía muy poco romántico. Suficientemente incómodos eran ya los análisis de orina como para pasar a registrar todo el aparato.

La buena noticia es que la vergüenza y la incomodidad solo pasan una vez – como debería pasar con tu ex.

A diferencia de esos hombres que le temen al urólogo como a la peste, con cada visita te sientes más cómoda.

A lo largo de la vida vamos encontrando pequeños placeres en estas ‘maldiciones’. La regla es una bendición después de que el preservativo se rompiera la semana pasada; menos mal que me acordé de afeitarme ayer porque hoy me tengo que quitar los pantalones y qué gusto da ponerse crema cuando se reseca la piel.

Ahora, adoro ir sobre todo por la sala de espera: un canto a la feminidad. Sentadas en un cuarto de 5 metros cuadrados se pueden encontrar todos los tipos de mujer y en todos los estados: la niña de 15 años con su madre, la explosiva con el novio de la semana, la embarazada con su marido, otra con un bebé, una mujer en la pre menopausia y una señora que ya ha pasado por todo eso y nos mira con sabiduría.

Todas juntas podríamos hacer un poster de ‘las edades de la mujer’ y colgarlo en la misma habitación. Llega a haber un nivel más de hormonas y tendríamos que vestir todas con túnicas griegas y trenzarnos el pelo.

Aunque sin duda, lo más divertido son los hombres

Tienen tanta cara de susto como cuando van al urólogo y parecen rezar, ‘Con tantos estrógenos me van a salir pechos. ¿Por qué sé lo que son los estrógenos? Maldita sea, en cuanto salga de aquí me voy a ver un partido de fútbol’.

Bueno, que me desvío. Una vez dentro es todo muy científico: desnúdese, quítese la ropa interior, acuéstese y abra las piernas. La ginecóloga, porque para mí debe ser una mujer —que los hombres NO pueden ser ginecólogos es uno de los pocos prejuicios que me permito—, trata siempre con una naturalidad casi fría y dice cosas como:

—’Estás tensa, cuanto más estrés más te va a doler’.

Perdone, no soy yo, es mi vagina que es tímida.

Lo peor es que es verdad y cuanto más tensa estés peor, así que toca respirar y relajarse. Hasta la peor práctica – la citología (durante la cual te hacen un pequeño raspado para analizar tus células), pasa pronto.

Hay algo curioso en la ginecóloga: me ve más a fondo que nadie, pero NUNCA JAMÁS sería mi amiga.

Cuando voy a la cosmetóloga o a la peluquería me encanta contarles todo de mi vida: cómo me va en la universidad, qué tal me fue la cita del viernes. Sin embargo, aunque mi ginecóloga sabe – ¡porque lo sabe! – que tuve sexo este fin de semana, nunca le diría que fue con ese moreno del que llevaba enamorada unas semanas y que por fin me invitó sorpresivamente de camino a clase, nunca le diría que en realidad la experiencia fue un poco decepcionante, pero que seguiré viéndolo porque me gusta mucho y quizás la cosa puede mejorar.

¿Necesitas más pastillas?

Sí (aún tengo pero paso por un período de actividad y necesitaré más)

Ya está. A mi peluquera le contaría hasta el tono castaño que tiene su pelo cuando lo alcanza un rayo de sol y que se ve un poco ridículo cuando se baja los pantalones, pero para la mujer que me examina la vulva-vagina es simplemente un ‘periodo de actividad’.

El final de la visita no es más agradable y es la única parte que no disminuye la tensión por mucho que te aficiones: los resultados de los exámenes. A mí, por suerte, nunca me han encontrado nada. Soy súper fértil y sana: una hembra alfa. Sin embargo, sí tengo amigas que no han salido tan felices y ver casos como pequeños quistes u óvulos perezosos que nunca funcionarán me hacen ver la importancia de la salud genital y reproductiva. Ya se sabe, mente sana y vulva-vagina sana.

Recuerda que Hablemos de Sexo y Amor nos comprometemos en hacerte llegar diferentes puntos de vista sobre temas de salud sexual y reproductiva, que no necesariamente representan nuestra postura, pero que sin duda te ayudarán a definir tu propia postura frente un tema y a una toma de decisión con la opción que mejor se ajuste a tu vida sexual.

 

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Recent Comments (1)

  1. Pienso que el punto G está
    Pienso que el punto G está repartido en todas las zonas del cuerpo cuando una mujer está realmente no diría enamorada si no cuando siente una gran atracción fisica y emocional por un hombre, hasta con la respiración, hasta con olerlo se activan el G el H I J el K etc.

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