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No me pegarás dos veces
Cuando era pequeña, mis padres insistían mucho en mi realización personal y profesional, para que no tuviera que depender de nadie ni aguantar que ningún hombre me levantara la mano.
Siempre supe lo que era el maltrato de género y que, como mujer, saldría perdiendo en cualquier enfrentamiento físico.
Por eso, también tengo presente que mi mayor fortaleza es decir con total libertad: ‘vete a que te aguante tu madre’.Claro, no es solo una cuestión de recursos materiales.
El tener trabajo y dinero propio te puede dar libertad para dejar a cualquier desgraciado y marcharte cuando te venga en gana, sin embargo, para hacerlo se requiere independencia, seguridad y autoestima. Porque la peor de las dependencias es la emocional y empieza con frases como ‘eres mi todo’, ¿romántico?
Entonces, ¿cómo salimos de una relación abusiva? Porque decir a alguien ‘ya no te necesito más’, es otra historia. Tener una vida, laboral, familiar y social, más allá de tu pareja, te libra de esa dependencia y aporta mayor confianza para salir de una situación que, sabemos, nos hace daño (literalmente).
La mujer se ha incorporado al trabajo, a la vida social y ahora tiene un lugar propio en la sociedad occidental. Aún así, las mujeres ganan un menos que los hombres en el mismo puesto, tienen más dificultad para acceder a puestos de poder, siguen ocupando los índices más alto de trabajo en el hogar y, más alarmante, sufren violencia a manos de su pareja, que puede terminar en feminicidio.
Podríamos pensar que el tema del maltrato era algo ya superado, que solo ocurría porque nuestras abuelas se sentían obligadas a casarse, nuestras madres no tenían recursos y tenían que aguantar y ‘hay otras mujeres a las que les gusta que les peguen’, sí, hasta ahí llega nuestra mentalidad machista y retrógrada.
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Pensemos: nosotras, exponentes de la modernidad, herederas de la victoria de la lucha de género iniciada hace apenas 100 años. Nosotras, las mujeres que mejores condiciones sociales han tenido en la historia de la sociedad occidental. Nosotras, las que podemos votar, trabajar, casarnos a nuestros gusto, divorciarnos y acostarnos con quien queramos. Ésas mismas, nosotras, aún seguimos sufriendo el maltrato de género.
¿Y si fuera yo? Siempre me he preguntado qué haría si yo fuera una mujer maltratada.
¿Aguantaría las palizas de mi marido intentando esconder a mi hijo para que no me viera? ¿Me maquillaría los moretones? ¿Lo afrontaría? ¿Se lo contaría a alguien? Porque el problema del maltrato de género, y lo podemos leer en prácticamente todos los testimonios de mujeres que lo han sufrido, es que siempre empieza como una gran historia de amor. Y en esa tela de araña que es el amor, queridos, podemos enredarnos todos.
No debes aguantar que tu pareja te pegue NI UNA SOLA VEZ, si lo hace y te quedas, no se detendrá. Ese pequeño y terrible acto es suficiente para conocer la verdadera naturaleza de un hombre y cómo será tu relación a partir de ese momento.
-Cariño, lo siento. No quería hacerte daño, a mí me dolió más que a ti. Es que me enfadaste, pero te juro que no volverá a pasar.
-No, no volverá a pasar, porque yo ya no voy a estar aquí.
Violencia contra la mujer
Entiendo que se hable de golpes, gritos y contacto físico cuando se habla sobre violencia, pero ¿Por qué no hablar también, sobre las violencias más comunes?
La violencia económica y sus variantes, no tener dinero más que para “determinados gastos” y así obligar a la mujer que trabaja a aportar mayor cantidad de dinero.
En las parejas que tienen hijos, no “poder” solventar todas las necesidades de los menores, para obligarla a destinar el dinero que ella gana, en otra cosa que no sea ella, empoderándose, de esa manera, sobre sus ingresos.
Ojalá se toque más del tipo de violencia “invisible”, que no se ve, que se ha normalizado en las culturas latinoamericanas y se ve como cotidiano en las familias.
Ya va Anon, osea que segun tu
Ya va Anon, osea que según tú, el hombre SI debe destinar TODO su dinero a la familia y los hijos, ¿pero que la mujer gaste dinero en la familia es opresión?
Les agradezco no sean tan consentidas y malagradecidas. Una cosa es la asquerosidad de la violencia doméstica, y otra MUY distinta es responsabilidad económica compartida.