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¿Existe la mujer ideal?

Que sea inteligente, que sea buena persona, que me quiera; cosillas así, todos pensamos. Sin embargo, hay otros detalles que hacen que una mujer sea la ideal.

Que se vea igual de linda con los ojos abiertos y con los ojos cerrados, es otra idea que me gusta, pero son generalidades. A esas obviedades las complementan otros puntos más abstractos, de los cuales enlisto algunos más abajo.

Un punto importante: nuestra mujer ideal de ahora será diferente a la que tengamos dentro de 10 años.

Las parejas cambian, los gustos evolucionan y a veces dos personas que se aman toman caminos diferentes por la vida hasta volverse extraños el uno para el otro.

Hay otras ocasiones en que logramos llegar a los 50 años de casados y bueno, qué lindo el amor, ¿verdad? No hay dos parejas iguales y ninguna vive el mismo proceso; sin embargo, hay cosas que creo que perduran.

Lo que deberíamos buscar en la mujer ideal:

  1. Que sea una mujer fuerte e independiente

    Así como las generaciones de mujeres van cambiando y exigen con toda justicia más y mejores espacios en las escuelas, las empresas y la sociedad, los hombres (o al menos algunos de nosotros) también apoyamos esta transición.

    A mí me gustan las mujeres independientes: que saben que se pueden hacer su camino por la vida pagando sus cuentas y botando las puertas si deben hacerlo, y que no necesitan mi aprobación para nada de eso. Ahora bien, los hombres siempre debemos estar ahí para ellas; no adelante, ni atrás, sino al lado. Me gustan las mujeres que comparten esta visión.

  2. Que sea una mujer que mira la vida con optimismo

    Con demasiada frecuencia nos abochorna la pesadez emocional de otros. Hay demasiadas personas que no parecen que viven, sino que padecen. Es cierto que hay complicaciones, algunas muy graves, pero siempre puede tomarse la vida con perspectiva.

    Cuando tengamos una pelea, o pierda alguno el trabajo o se quiebre el jarrón chino del bisabuelo jamaiquino, nosotros elegimos nuestra reacción, pero no la de nuestra pareja. Sin embargo, cuando hay un pesimismo sistemático podemos tomar una decisión: cortar por lo sano. A mí me gustan las mujeres con buena vibra, y eso es algo que no puede cuantificarse.

  3. Que comparta nuestra esencia espacial y temporal

    Más que una bobada new age, esto es un asunto muy práctico y que puede provocar asperezas. Hay quienes gustan de la vida tranquila en casa y quienes siempre buscan un nuevo teatro, una nueva galería o la última cerveza a las 3 a.m. mientras la ciudadanía duerme.

    Hay viajeros y hay seres citadinos y arraigados. Hay madrugadores y hay seres nocturnos. Encontrar una pareja compatible en tiempos y lugares es fundamental para poder elegir vidas acordes para ambos.

  4. Que pueda (y quiera) convivir con mi familia

    Los latinos somos personas de familia y si pudiéramos estar apilados unos sobre otros, lo haríamos, con tal de pasar más tiempo con hermanas y papás.

    Cuando introducimos a alguien a nuestras vidas, nuestra familia forma parte de esa vida. Una novia que busque distanciarse de mi familia o que simplemente no quiera convivir con ellos está lejos de ser la pareja ideal.

  5. Que comparta las pequeñeces

    Con muchas personas podemos compartir el deseo de cambiar el mundo, la pasión por García Márquez o por el helado napolitano, pero para eso están los amigos. Una pareja es alguien que comprende más allá: también estuvo fascinada por Jason Schwartzman en Rushmore y entiende que un helado de algodón de azúcar puede reinventar la infancia.

    Tonteras, tal vez, pero asediados como estamos de trabajo e información en el siglo XXI, una relación se basa en detalles así.

¿Tendremos algún día a esta mujer?

Yo creo que no. No existe la mujer perfecta como la que uno describe en blogs, por el simple hecho de que los humanos somos criaturas complejas y no listados de cualidades. Yo no soy el hombre perfecto de ningún listado y no espero encontrar una mujer que se ajuste a todos mis ideales.

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Lo que resulta es una negociación silenciosa, principalmente con uno mismo, que no trata del conformismo, sino de darse cuenta que mucho de lo que uno cree que importa ahora, después deja de parecer relevante.

Ya después pasará lo que dice el maestro Eros Ramazzotti:

Cómo comenzamos, yo no lo sé
la historia que no tiene fin
ni cómo llegaste a ser
la mujer que toda la vida pedí

Un detalle más, cuando los hombres imaginamos a la mujer perfecta, con frecuencia nos olvidamos algo: ¿seremos nosotros su hombre perfecto? Esa es una pregunta que, por conveniencia, no atenderemos ahora. Ya habrá momento para el pánico o la tranquilidad.

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