Prejuicios: los peores enemigos del pene

By Verónica Maza Bustamante on 20 mayo, 201620 julio, 2022

Vivimos en sociedades que nos han hecho creer que el pene lo es todo en la vida. Y no solo lo es todo sino que debe cumplir con una cantidad de estereotipos que se han establecido sin darnos cuenta. ¡Tumbemos los prejuicios y levantemos los penes!

Fuente | Verónica Maza Bustamante (La doctora Verótika) periodista, educadora sexual, escritora, conferencista, promotora de los DDHH, melómana, exploradora de temas tabú

Desde que son unos niños, los representantes del sexo masculino se enfrentan a una serie de ideas y prejuicios en torno al “miembro viril” que integran a su vida cotidiana sin saberlo, hasta que llegan a la adolescencia.

Comienza a importarles el asunto y se vuelven hombres con una tremenda carga emocional y física: no saben si lo tienen de buen tamaño (a lo largo, a lo ancho, en proporción con su cuerpo o todo eso junto), con forma atractiva, de color adecuado; si su erección es lo suficientemente firme, si “aguantan” el tiempo correcto antes de eyacular, si saben moverlo, si deben dejarse el vello o cortárselo, si es más grande o más chico que el de sus amigos, si le gustará a su(s) novia(s)… en fin, ¡una tremenda serie de temores que están ahí, en su ser, como hormiguitas corriendo de un lado al otro!

Lo más curioso es que viven con esa gran carga encima sin entender que si bien el pene es una maravilla del cuerpo humano, también lo son la lengua, la boca, las manos, la piel y si los usan durante un encuentro sexual será increíble, aún más que centrarse únicamente en su “polla”.

Si dejan de suponer que todo su placer se encuentra ahí y permiten que les exploren las demás estepas y laderitas de su anatomía, seguro gemirán de placer aún más que cuando eyaculan.

En caso de que dejaran la penetración hasta el final y no se preocuparan por si se corren o se vienen muy pronto, se darían cuenta de algo muy importante: lo que sienten durante el orgasmo se puede replicar sin necesidad de emitir semen, lo cual alargará el tiempo de placer y de erección.

Como verán, se trata de relajar los prejuicios para fortalecer los penes, el deseo y el sentir. Se dice que el cerebro es el órgano sexual más grande porque ahí es donde se puede decidir qué nos excita. Eso es verdad.

También que toda la piel es zona para explorar sensaciones deliciosas. Además, así como la sexualidad es algo extremadamente individual y, por ello, no todas las personas reaccionan de igual manera en la cama, cada pene es único: no todos podrán repetir las hazañas de los actores porno (que emplean mil trucos al salir a cuadro) pero sin duda todos podrán encontrarle sus mejores gracias personales.

Es cosa de verlo, sentirlo y, muy importante, pensarlo, porque una cosa es que los chicos se masturben con frecuencia y crean que por ello conocen a sus penes y otra que reflexionen por qué les gusta acariciarse de tal o cual forma, qué sienten con diferentes temperaturas, con niveles de intensidad, con lubricantes o aceites encima, etcétera.

Es decir, lejos de lo que nos han hecho creer, el sexo también se piensa. Y, créanme, al pasar a esa etapa podrán entrar a un mundo de sensaciones nuevas que les van a cambiar la vida erótica.

Y no, no pasa nada si un día su erección no acaba en eyaculación (estando solos o con alguien más).

Y no está mal que todo el tiempo quieran estimular su pene; es común que las erecciones se den tras sentirse protegidos y seguros, no sólo en relación a un asunto meramente carnal. Y hay que cuidarlo, limpiarlo, revisarlo, ponerle su condón siempre.

Y sí, a las chicas sí nos debería importa el tamaño, pero no por lo que los chicos suelen creer, sino porque es indispensable conocer ese pene con el que pasaremos un buen rato: saber cómo acomodarlo en nuestro interior, pues a veces con un mínimo movimiento se pueden tocar puntos femeninos que generen mucho placer; aprovechar su forma para elegir posturas; saber si a la pareja le gusta que le acaricien su base o su punta, a lo largo o a lo ancho, con las manos, con la lengua… ¡o con todo ello! A los hombres les debería importar su tamaño, no el tamaño en general, para conocer las gracias y placeres que pueden generar con lo que tienen.

¿Es una tarea compleja? ¿Un panorama nuevo e intimidante por recorrer?

Sí, lo es. Pero conlleva una carga menor a la que siempre se le ha dicho al pene que, en realidad, vive indiferente, bajo los pantalones, de todas las responsabilidades que la sociedad le ha impuesto.