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Reparar secuelas de la ablación

Conoce el testimonio de Isaad Mohammadani, una mujer joven de Darfur, Sudán

Isaad llegó a Holanda a mediados del 2009, se casó con el amor de su vida y tienen una hija de tres años. En Darfur fue víctima de la ablación y considera hacerse una operación para restaurar el clítoris.

La ablación que se le practicó a Isaad es la faraónica. Es una variante muy drástica, denominada infibulación.

A la joven se le eliminó el clítoris, los labios mayores y menores de la vulva. Solo se deja una apertura mínima, lo que provoca molestias al orinar y durante el periodo menstrual.

En Sudán es imprescindible practicar la ablación a las niñas, ‘de lo contrario una chica es molestada en el colegio y sus padres son excluidos de la sociedad’.

Tampoco se habla mucho de este ritual, a pesar de los riesgos para la salud y la prohibición oficial de hacer la infibulación desde 1946.

Isaad perdió a su primer hijo porque en el parto no recibió la asistencia adecuada por su condición.

Mutilación completa

Isaad habla con franqueza sobre las mutilaciones que sufrió y las consecuencias de las mismas para su vida sexual.

‘Frecuentemente no siento nada. A veces logro alcanzar el clímax, sólo gracias a la ayuda de mi esposo. Dedicamos mucha atención al preludio amoroso‘.

Pero Isaad no se contenta con un orgasmo de vez en cuando. ‘Quisiera sentirme completa, tanto física como psíquicamente’, comenta. Por eso quiere hacerse una operación de reparación.

Nueva tecnología

Onze Lieve Vrouwe Gasthuis OLVG, un hospital en Amsterdam, dispone de un equipo médico especializado en operaciones de reparación para mujeres víctimas de la ablación femenina.

El equipo colabora con el centro especializado Pharos y la Asociación de Ginecólogos NVOG.

Refaat Karim, el médico que tomó la iniciativa para formar el equipo, es el primer especialista en Holanda en efectuar dos operaciones de reparación. 

El cirujano Pierre Foldes, en París ya practicó cientos de este tipo de intervenciones. A pesar de ello, existe poca literatura médica y se desconocen las consecuencias para la paciente a largo plazo.

Se supone que esta operación mejora la calidad de vida, pero eso depende de cada mujer.

La operación no se puede practicar en todas las mujeres.Y puede que la intervención no sea aceptable desde un punto de vista psicológico o físico.

Reparación

En una operación de reparación, el cirujano investiga ante todo si hay suficiente tejido bajo las cicatrices.

Para la reconstrucción del clítoris se saca la parte que está dentro del cuerpo al exterior, y se cubre con mucosa del interior de la vagina. Las heridas de los labios de la vulva se cubren con la piel de las nalgas.

Difícil decisión

A Isaad le parece una decisión difícil, a pesar de los problemas que le causa la mutilación.

Apenas conoce a otras mujeres que se han atrevido a operarse y el tema sigue siendo un tabú, incluso entre mujeres de un nivel socio-cultural alto de Darfur.

No puede pedir consejo a su familia en Sudán. ‘Lo rechazarían. No lo cuento. Una amiga fue operada en el OLVG y la intervención resultó exitosa. Su vida mejoró. Se siente bien y puede gozar de su vida sexual’.

Sin embargo, Isaad duda: ‘Tengo miedo a perder lo que alcancé con tanta dificultad. Sobre todo en mi vida sexual. Hay un médico en Bélgica que practica estas operaciones, pero no todas resultan exitosas. Las posibilidades de éxito son de un 50 por ciento. ¿Y qué pasa si fracasa o si ya no siento nada más?’

Independientemente de la historia de Isaad, ¿realizarías alguna intervención quirúrgica en tu órgano sexual? ¿por qué motivo? Escríbenos.

 

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